Fin de las Highlands (Nacido en pecado de Kinley MacGregor)

Publicado el 30 enero 2015 por Lya
Bueno, pues si antes hablo, antes, antes me santifican el matrimonio aquí don Angustias y doña Cosmopolitan. Habrase visto, que forma de dejarme mal...
Vale, santificar lo santificaron, pero en el caso de él como queriendo poco. A desgana, en plan venga mujer, deja de ya de perseguirme, que vas por la vida como la gata Flora. Sí, esa. La rima os la dejo para vuestra imaginación que esto es un blog fino. EHEM. 
Y la cosa es que es bonica, eh. La historia, digo. Iba a llevar razón Bettie y es, dentro de su temática y sabiendo a lo que te enfrentas, un buen libro. A ver, credibilidad poca porque el personaje de Sin de tan extremo, en todos los sentidos, agota. Inciso: querido karma, esto de que agota lo vengo a decir como lectora en plan opinión sin fundamento ni razón, ergo, no te mosquees y si tienes algún Sin o similar disponible, que rule. Bueno, si viene un poco menos traumatizado no pasa nada, pero, anyway. Fin del inciso. 
Lo de la poca credibilidad lo digo también por escenas como, destripe, esa en la que don Angustias se convierte de repente en Gitanillo de las Highlands o Morenito de Glasgow y se enfrenta a pecho descubierto (hum) a un toro bravío. Servidora, que es de tierra de toros, no pudo reprimir un 'venga ya'. Qué queréis, es que la leyenda del santo patrón de Charracity cuenta precisamente eso, que un toro se escapó y el hombre lo detuvo con un 'tente, necio'. De ahí que tengamos una calle llamada así, Tentenecio. Y, ahora que lo pienso, y divagando un poco más, debería preguntarme si el origen de la calle Bientocadas, que también la tenemos, está relacionado de algún modo con un highlander que no quiere ser highlander ni nada, pero que está como un tren y tiene a su prójima, una vez que se decide a ello, bien-tocada-bien. 
No sé. Que divago, ya os digo.
Estábamos en el toro. Pues nuestro Niño del Lago Ness detiene al susodicho pero no al estilo del patrón charro, no. Él lo frena con lucha y sudor (hum) y quedándose, al final, sin ropa (sí, hum) y presentándose en la aldea como su madre la odiosa lo trajo al mundo. Lo sé, todas a una: HUM. E, incluso, yo añadiría: ÑAM. Y Miss Flora pues casi que se puso a hacer honor a su apodo -ideado por mi maligna mente- delante de toda la aldea. Normal, porque el muchacho mucho sufrir pero pelo sedoso que ni tratado con productos iHerb e ingles que se bailan una bulería a la mínima. Que normal, si tenemos en cuenta que, en otro giro argumentativo que no se creen ni en Radio Maria, aquí el pimpollo nos había llegado casto y puro al matrimonio.
Lo sé. Unbelivoval. El caso es que dice aquí san Casto de las Highlands que no quería ir dejando bastarditos por esos mundos para que sufrieran lo que él. Que es lo mismo que dice Jon Snow, por cierto. Cuánto mal han hecho a la historia del romanticismo las empresas como Durex, EH. Cuánto.
Por lo demás, la novela es bastante creíble y tiene un final molón, con eso de que Flora, digoo, la prota rescata a su torero que había sido capturado a su vez por el rey Enrique, el marido, ya os lo cuento, de Leonor, la de Aquitania. Antes de que la encerrara por aquello de que le sentó mal la rebelión de sus vástagos en su contra. Rencoroso el monarca.
En fin, que mi primera incursión en las Highlands se ha saldado con un aprobado sobradito, las hormonas un poco desquiciadas y otro libro que añadir al reto de Goodreads. Yeah! ¡Viva Escocia!
PS: se me acaba de ocurrir un chiste que era algo así como la gata Flora de Escocia va escocía por la vida... pero blog fino, esto-es-un-blog-fino...