La Sierra de Gredos es uno de los espacios naturales más populares de aquellos que se encuentran a un paso de Madrid. Por eso, nos pareció buena idea como destino para un fin de semana este agosto. En realidad, esta zona daría para mucho más, así que acotamos nuestra escapada a Arenas de San Pedro y su entorno. ¡Y dio para un montón! Para descubrir su naturaleza mediante la popular Ruta de los Pescadores, para conocer la milenaria cueva del Águila, para comer bien, conocer pueblos encantadores y curiosos, estar tranquilas en pleno campo y disfrutar una vez de lo que más nos gusta hacer: ¡viajar! En estas líneas te contaré qué ver en la zona.
Ruta de los Pescadores, una buena forma de adentrarse en la Sierra de Gredos
Saliendo del mismo pueblo de Arenas de San Pedro, podremos acceder a la vertiente sur de la Sierra de Gredos y disfrutar de su frondosa zona boscosa, sendero agreste y zonas de río. La Ruta de los Pescadores parte del precioso puente medieval de la localidad y aunque no está especialmente bien indicada, se debe tomar un camino que hay al fondo. A partir de entonces la mejor forma de guiarse es seguir el PR o señalización de Pequeño Recorrido -conocido vulgarmente como ‘camino forestal’- pintada de blanco y amarillo. Los carteles son escasos, pero también se puede preguntar porque es una senda bastante concurrida.
Cueva del Águila, millones de años para una creación de la naturaleza impresionante
Como no nos cansamos demasiado, el sábado por la tarde nos acercamos a la Cueva del Águila, un tesoro bajo tierra que nos impresionó. Situada a unos 8 kilómetros de Arenas de San Pedro, se trata de un conjunto de formaciones kársticas que se han generado con el paso de millones de años. Estalactitas, estalagmitas y bloques creados por el movimiento de la tierra que nos dejaron completamente fascinadas. Para que se forme un centímetro de este monumento natural hacen falta 200 años. ¿Os imagináis? Es brutal pensar en todo aquello que hace la naturaleza y quizás incluso ni conozcamos.
La entrada son ocho euros y además de ser invertidos en la conservación del lugar, se emplean en un equipo humano que da las explicaciones pertinentes y ayuda en todo. Una gestión turística que me pareció para quitarse el sombrero.
Comer en Arenas de San Pedro, otra delicia
A veces paso por alto los lugares en los que como en los viajes, pero en esta zona no podría porque ¡comí demasiado bien! Para el sábado elegimos El Retiro de Arenas y comimos genial. Mi elección fueron unas alcachofas con micuit y una trucha escabechada, y ambos platos me parecieron espectaculares. Un homenaje a la altura del esfuerzo que habíamos hecho.
Para cenar (en realidad picar un poco mientras tomábamos algo), elegimos la bodega Sabor Alegre que por un módico precio, tiene embutido riquísimo y una amplia carta tanto de vinos como de cervezas, también artesanales. Una experiencia muy buena en las animadas plazas de Arenas de San Pedro en verano.
La Charca Verde, apurando los últimos días del verano
Para el domingo y tras llegar tarde para hacer una visita guiada al Castillo de Arenas de San Pedro (donde por cierto es también interesante ir a algún concierto o espectáculo que dan en verano), decidimos visitar la Charca Verde de Guisando, una poza amplia donde se puede apurar el verano y darse un baño. El agua está fría, pero las he visto peores. Aunque había bastante gente (quizás no sea tu lugar si no te gusta la masificación), yo me di un baño un poco a medias rápido y luego me fui a secar a la piedra.
Más allá del típico debate de si merece la pena ir o no por la gente que hay, el entorno de la poza y poder bañarte en el río me parece una pasada. De ti depende si crees que merece la pena la visita.
Guisando, el pueblo que se asienta sobre la montaña
Por último y ya con la cabeza en volver a casa, nos dejamos caer por Guisando. Quizás por esa sensación de domingo de que lo bueno se acaba, me sorprendió especialmente este pueblo. Situado en una zona bastante montañosa, las casas de Guisando se las han ingeniado para que las construcciones sobrevivan en un terreno así. ¿Cómo? Con una solución similar a la de las famosas Casas Colgadas de Cuenca o de Albarracín: con ingenio. Curiosamente, en el pasado, la presión demográfica generó viviendas de hasta dos o tres alturas.
“La adaptación del caserío a la pendiente provoca un sistema de manzanas de viviendas alargadas y escalonadas -en cascada-”, informa uno de los paneles del pueblo, otro detalle que me gustó de este rincón de Ávila. Las callejuelas que se forman en este entramado de curiosas viviendas son súper chulas y algunos balcones de madera, ¡una obra de arte! Algo que no hubiera esperado, la verdad, para este pueblo, de poco menos de 500 habitantes en 2019. ¡Qué maravillas esconde nuestro entorno rural! Y cuánto nos queda por conocer. Desde luego…
Parada de Madrid a Arenas de San Pedro: Piedralaves
De camino de Madrid a Arenas de San Pedro, elegimos a Piedralaves para dar un paseo y tomar esa primera consumición del fin de semana que te susurra que eres libre. Aunque era una hora rara (la de la siesta), pronto nos dimos cuenta del encanto del pueblo: un tanto irregular, de calles empedradas y vistas llamativas. ¡Y balcones! Unos preciosos decorados que son insignia del pueblo, que también potencia su cuidado con su ‘Concurso de fachadas y balcones’.
Datos prácticos para un viaje a Arenas de San Pedro
Dónde alojarse: Nosotras elegimos los Apartamentos El Retiro Avellaneda, alojamiento correcto y sin muchos lujos que fue nuestra casa, cómoda y limpia, por un fin de semana. Aunque echamos de menos alguna cosita, en general está bien equipado y sobre todo, es nuevo. Bastante recomendable.
Cómo moverse: hicimos el viaje en coche y creo que es la forma más cómoda de moverse. Para llegar a Guisando las carreteras son algo peliagudas, pero yendo suave y con prudencia, no tiene por qué pasar nada. En general, el pueblo es sencillo para orientarse y nosotras siempre dejábamos el coche pasado el puente medieval y llegábamos a todos los sitios fenomenal.