El Compostela Gastronómica (del que no pude disfrutar tanto como quisiera por innumerables razones que no merece la pena desgranar aquí) me dejó una cata de introducción al "universo Sebio". Una cata donde probamos todo lo que hace (salvo ese verdejo segoviano que ahora necesito probar por pura curiosidad morbosa) y donde el mismo matizó, explicó y desenredó las condiciones de cada vino y cada añada para los presentes.
Y de esa cata extraigo la segunda de las cosas que me gustan especialmente en Sebio y por extensión en su vino. La sinceridad.
En este circo (porque lo que aquí tenemos montado es, perdonando, un circo de tres pistas con payasos, elefantes y malabaristas) hay muchísima hipocresía. Es moneda de cambio entre zonas y viticultores, entre industria y artesanía. Ser hipócrita es obligatorio y no serlo se castiga con el ostracismo. Tal vez por eso resulte tan difícil, casi imposible, oír a un elaborador hablar mal de un año concreto en una zona concreta como el propio Sebio hizo en su blog.
Tal vez porque esto es un circo hay que ser huidizo, ladino y parco en palabras cuando se trata de hablar de lo desastroso de un año porque, ay amigos, no todo se arregla en la bodega. No todo. Se arreglan muchas cosas pero, cuando uno quiere ser sincero es muy difícil defender que el 2013 fue un año "de fresca y chispeante acidez".
En un país como los Estados Unidos, donde la profesionalización en el deporte se remonta a los años 30 (salvo para el Baseball, que es anterior) hay figuras clave que a mi particularmente me ayudan a explicar como se rompe la barrera de la hipocresía en contextos de evidencia palmaria. Vince Lombardi fue un entrenador de Fútbol Americano, clave en la historia de este deporte. En los años 50 y 60 dirigió al equipo con mas victorias y títulos de la historia de este deporte, los Green Bay Packers. A el se atribuyen frases especialmente duras si uno es mas de la linea "lo importante es participar". Para nada.
Lombardi (cuyo nombre se da ahora al trofeo que se otorga al equipo ganador de la liga cada año) fue quien dijo que "Ganar no lo es todo, es lo único". Sin mas. Este es un negocio, decía, y ganar es el objetivo de nuestro trabajo. Lo que no sea ganar es fracaso y es inconcebible.
Vender lo es todo. Para muchos. Cada año, millones de litros de vino colapsan los depósitos de numerosas bodegas industriales donde la premisa es y será producir mucho y muy barato. Y a parte del actual discurso oficial (que vive una especial esquizofrenia defendiendo la "selección y la calidad" al tiempo que se baten récords de quilos en vendimia) la realidad es que el vino les sale por las orejas a la mayoría.
En ese contexto, que exista Sebio, y otros con similares formas de ser y proceder, es un milagro.
Que exista O Con 2013, albariño hecho a medias con Xurxo Alba de su viñedo en Castrelo, es un milagro. Una suerte de giro del destino que se deja ver en un vino fresco de crecimiento ilimitado y evolución creciente. Un vino a seguir de una añada complejísima y rara como pocas.
Que exista Issuee es un milagro, o Salvaxe. Que se embotellen cosas como el Wish de 2011 o el Superheroe de la misma añada (madre de Dios con este ultimo) es un privilegio. Y, aunque siga sin cogerle el punto, que exista Hush y que el 2010 siga teniendo mas que decir es todo un logro.
Y todos son de Sebio. Todos son parte de el.
Dejando a un lado lo fantástico e infantil del relato de Barrie, las DOs gallegas viven literalmente en Neverland. Han convertido el día a día en una pura transgresión, pagada en periódicos de tirada regional para tapar las críticas abiertas de los propios productores que, cansados de tonterías indefendibles, hablan ya abiertamente de hacer sus mejores vinos fuera del sello de la DO para no "manchar" su prestigio utilizando las mismas señales que los productores industriales de vinos del supermercado. En estos términos hablaron alguno de los elaboradores participantes en la mesa redonda que coordinaba Eva Pizarro en el marco del Compostela Gastronómica. Sin tonterías. Sin hipocresía.
El vino son personas. Y para que esto sea así no valen ni farmacias, ni maquinitas, ni hipocresía. Los vinos de Sebio, los de Dominique, los de Rodri o los de Xurxo son suyos por definición. Por carisma, por corazón y porque si. El reto es conseguir que esto que algunos sabemos llegue a una mayoría informada.
De "la masa" ni yo, ni nadie, puede ya hacerse responsable. Lo siento por ellos.
*Fotos todas de mi autoría.