Lo hacemos, además, con la emoción añadida de la inauguración este ano de un nuevo hito del pueblo saharaui: la inauguración de la primera escuela de cine del mundo en un campo de refugiados, lo que demuestra que los saharauis no sólo luchan por recuperar lo que es suyo y se les robó un día, sino también una inquietud admirable por la formación de su gente.
Este año nos recibió el siroco y nos despedirá la esperanza de celebrar el año que viene el Festival en el Dajla liberado, en la playa, donde haremos el festival que continuará gestionado por el propio pueblo saharaui.