La última genialidad de la Generalidad catalana, gobernada por los poco honorables políticos de CiU, como demuestra la justicia, y ahora vasallos de ERC y de la neofascista Asamblea Nacional Catalana (ANC), ha sido pedirle a sus súbditos que le entreguen sus declaraciones de la renta para montar “Tributs de Catalunya”, su propio fisco.
La mala cabeza de muchos bobos patrioteros les facilitará esos datos que los deja inermes bajo las garras de los mayores malgastadores de España, junto con importantes sindicalistas y políticos andaluces.
Mientras, el Estado, representado por el Gobierno, calla ante este ataque sinuoso a la intimidad de tantos abducidos.
La Ley nos protege de centros de datos invasores, comidas insanas, humo de tabaco, artefactos tóxicos, pero no prevé castigar los arrumacos al patriotero, al que van a esquilmar en nombre de los Paisös Catalans.
Ninguna persona lúcida entrega esos datos que sólo posee el Estado, que únicamente pueden exigir los jueces, y que están custodiados por funcionarios de carrera honrados y en ordenadores mil veces encriptados.
Ahora llegan unos políticos altamente ideologizados, envueltos en numerosos escándalos de sobornos, que quieren abrir como niños ladronzuelos la caja de los secretos que mantienen los catalanes con Hacienda para chantajearlos, por incautos.
El fisco es un instrumento estatal construido durante muchos años, y de una discreción legendaria. En España debe ser uno de los pocos organismos públicos libres de corrupción, al menos, conocida. La honradez de sus funcionarios durante muchísimas décadas debe ser genética.
Pero la Generalidad catalana quiere chuparle la sangre a quienes confíen en ella, y si el Gobierno del Estado no grita ¡Alerta! quizás sea porque el retorcido Rajoy piensa reírse cáusticamente cuando los patrioteros catalanistas se despierten esquilmados, aunque finalmente los verdaderos bobos abonaremos el desaguisado, como los bonos patrióticos.
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SALAS