Tal como anunciaba en la lista de lecturas, voy a iniciar una pequeña serie de entregas dedicadas al problema de la medición cuántica, inspirado por la lectura de El enigma cuántico. Encuentros entre la física y la conciencia, de Bruce Rosenblum y Fred Kuttner. En particular, voy a discutir la tesis (ampulosamente presentada en el libro como "el gran secreto" de la física cuántica, un secreto a voces, en todo caso) de que la conciencia desempeña un papel causal relevante en la "creación de la realidad", o que "los hechos no son reales hasta que no son observados por un sujeto consciente". Por supuesto, esta tesis no forma parte de la teoría cuántica como tal (en la que la "conciencia" no es un elemento que aparezca por ningún lado), sino que es una mera interpretación filosófica (es decir, incontrastable) de la teoría, entre varias interpretaciones posibles, y no la más aceptada. Naturalmente, es posible que en el futuro esa interpretación dé lugar a predicciones contrastables (fenómenos cuánticos que no podrían ocurrir si la conciencia no fuera la que los causase), y entonces se convertirá en una verdadera teoría científica; pero ese momento no ha llegado aún, por lo que yo sé..
A lo que voy a dedicarme en esta serie de entradas es a mostrar algunos argumentos por los que la interpretación "mentalista" de la mecánica cuántica es implausible. Vaya desde el principio mi reconocimiento de mi carácter meramente amateur en este terreno, así que agradeceré que cualquiera con mejores conocimientos que los míos me señale los errores que pueda tener mi argumentación..Empecemos reconociendo lo obvio, pero a menudo olvidado: la interpretación mentalista de la física cuántica es sencillamente una clase de fenomenismo o idealismo, siendo la forma más conocida de éste la que le dio George Berkeley: "ser es ser percibido", y como tal, es perfectamente compatible con la física clásica, no recibe ni más ni menos apoyo por el hecho de que ésta tenga que ser sustituida por la física cúantica. Es decir, también podemos INTERPRETAR la física clásica, la tectónica de placas, la lingüística hitita o la entomología de manera fenomenista: sólo existe lo que se observa, y lo que se observa ocurre COMO SI esas teorías fueran verdaderas. El fenomenismo (o el relativismo epistemológico, según el cual TODO lo que alguien cree o ha creído alguna vez es verdad) es, por supuesto, imposible de refutar empíricamente, pero es sumamente insatisfactorio considerado como EXPLICACIÓN de por qué las cosas nos parecen ser como nos parecen ser, como he venido argumentando en una entrada reciente (además de que es una posición muy intestable, pues no hay motivo por el que detenerse en él y no caer hasta el solipsismo del aquí y el ahora)..
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