Fleabag o cómo esputar la flema británica

Por Siempreenmedio @Siempreblog

Si te dicen que veas una serie inglesa (de la BBC para más señas), muy buena, te esperas pura flema británica, esto es, actores de academia, un argumento impecable y unos diálogos elegantes. Luego te enfrentas a y te quedas un par de capítulos con la boca abierta. La protagonista, interpretada por la también guionista, actriz y productora Phoebe Waller-Bridge, tiene la habilidad de intentar mantener el tipo para luego desatar el caos. Y es maravillosa, porque a "Flea" la odias y la quieres.

Los primeros capítulos (originados allá por 2016) me provocaron un ceño fruncido que, poco a poco, se me fue relajando a golpe de sonrisas y hasta algún grito de admiración. Yo quiero ser como ella, hablar con no se sabe quién cuando me venga en gana y, sobre todo, poner esa amplia sonrisa que anticipa al huracán de la sinceridad sin filtros de ninguna clase. La segunda temporada, de estreno reciente en plataformas, es un exorcismo definitivo de la hipocresía y un planteamiento sin complejos de las dificultades de la vida moderna, cargada de demasiados comportamientos considerados tabú.

Phoebe Waller-Bridge procede de familia aristocrática y se educó en un colegio católico, lo que me hace desear, con todas mis fuerzas, una película biográfica, creada e interpretada por ella misma, sobre la evolución psicológica que la ha llevado a crear una serie irreverente y tan divertida como esta, capaz de sacarnos una sonrisa hipócrita incluso cuando lo dardos se lanzan directo a la yugular del espectador.