Todo este párrafo primero lo podemos decir muchos de los oyentes apasionados de música, los que hace años sentimos que, de veras, esa gente nunca supo reformularse –no le interesa- y llora porque la vaca ya no da más leche. Ellos lo lograron y ellos, los mismísimos dueños de la industria, son los que auguran el final del disco (CD) como formato, los que por un lado lloran para ver si queda algo por raspar de ese tarro, mientras apoyan leyes insólitas y lagrimean mentiras tratando de convencer a algún usuariao; a su vez que -con la anuencia de muchos músicos, lamentablemente- se inmiscuyen en nuevos negocios para salvar la ropa: ahora que no venden discos les gerencian los shows a los muchachos de la guitarrita.
Ellos, los que auguran el final de la era del disco, sabemos, lo hacen sólo porque no les da más (tanta) ganancia y sí, probablemente, en algún momento dejarán de fabricarlos (tal vez sea una eterna falsa alarma). Lo que simulan ignorar es que millones de músicos –o cientos, o miles, o cientos de miles, como quieran- del mundo entero hace años que los desecharon como puente para llegar a vivir de lo que aman: tocar, girar y editar discos.
Sí, editar discos, mis queridos amigos del primer párrafo.
Y aquí es donde nos ocuparemos de los protagonistas de esta nota, Ariel Minimal y Florencia Lestani, abonados a ser mencionados en este blog (a quien no le guste: jódase) por mérito y canciones propias. Batalladores del under porteño hace añares, fichados en la label creada por el propio Minimal -Azione Artigianale, el sello que edita los discos de Pez y varios grupos más-, decidieron llevar a cabo un novedoso método de financiamiento colectivo conocido como crowd funding (similar al aplicado por Panza para la edición de su último disco triple, La madre de todos los picantes) para que su álbum La piedra en el aire, de edición próxima, vea la luz: que su propio público, la gente que los va a ver y los escucha, aporte el dinero para que el proyecto vea la luz.
Flopa y Minimal juntaron el dinero el mismo día del show vaquero, que tuvo carácter cuasi clandestino en el centro más centro de la Capital Federal, con el público y los músicos rebosantes de alegría por haber llevado a cabo algo tan simple como confiar en el otro y saber que, como ellos mismos dicen, así se trabaja. Un ambiente relajado, (mucho, muchísimo) calor de subsuelo, los 13 temas que integrarán La piedra en el aire más otros de sus carreras paralelas (de los discos solistas de Flopa, de Pez) y una versión bella, divertida (con Lestani imitando muy bien a Bob Marley), sorprendente y casi improvisada de Redemption song. Todo entre chistes, risas y un ambiente descontracturado, donde se notaba la felicidad del dúo por la respuesta del público que, además, superó el número inicial de 100 personas. Nadie se hubiera quejado de que les quede un mango de ganancia a los músicos, quienes se encargaron de aclarar y avisar que, de todas maneras, el dinero sobrante será usado para reeditar discos de ambos que se encuentran agotados (Emoción homicida de Flopa y alguno de los dos de Minimal como solista).
Una verdadera lección de lo que se viene. Amén.
(Las fotos nos llegan por cortesía del amigo Gonzza Iglesias).