Y ha demostrado que es humano viendo fantasmas por todos lados para culpabilizarlos de su tercer fracaso. La prensa y los árbitros han sido los primeros destinatarios de sus diatribas teniendo agrios debates con algunos representantes de ambos colectivos a los que ha ninguneado desde su soberbia humanidad; tan escondida como la tenía para la inmensa mayoría.
Acostumbrado como está en el mundo de la empresa a entrar con alfombra roja en tantísimos lugares y a que en la suya no ose toserle nadie, le supone una afrenta inadmisible que algunos ‘Iturraldes’ o periodistas de tres al cuarto para su gran prepotencia le rebatan con argumentos y datos en la mano sus afirmaciones. Y es que él sabe que la hora de los pañuelos se le acerca inmisericordemente. Ya ha gastado demasiadas balas en sus diez largos años como presidente para tan escasos resultados deportivos, que de los otros ya veremos, y eso va calando en la médula de quien únicamente puede descabalgarlo de su acrisolado puesto de mando: el respetable del Bernabéu.
Vendrá Ancelotti o el lucero del alba, pero el desastre que ha dejado su valido Mourinho en el vestuario blanco tardará más tiempo de lo que él piensa en curar. Una plantilla más dividida que desmoralizada y algunos de los emblemas del madridismo más real puestos en la picota por el narcisismo perverso del luso. Sólo podría salvarle de los pañuelos una salida en tromba y exitosa del Madrid en la temporada próxima, pero eso no es lo probable. Así que pronto tendremos jornadas convulsas en el santuario blanco, y entonces sí, a las primeras de cambio, Pérez tomará las de Villadiego como ya hizo una vez. Pero esta vez para siempre.
Y por Can Barsa vuelven las aguas turbias de mezclar churras con merinas. Desde el respeto a cualquier opción política, también a las independentistas, hacer del equipo blaugrana una referencia política es un error enorme. Y no sólo porque son dos cosas muy diferentes, sino pensando fundamentalmente que la grandeza de ese club está también en los millones de seguidores que tiene en el resto de España y en el mundo. Reducir su significado a ser portador de los valores sociopolíticos de quienes suspiran por una Cataluña independiente es minusvalorar lo que podría suponer, como es ahora, el inmenso patrimonio de su concepción futbolística y del ejemplo para tantos en el universal mundo del deporte.
Rosell quiere pasar a su antecesor Laporta por la izquierda porque siente su amenaza continua en el cogote y, también, se ha echado al campo de la política para tapar otras cosas todavía más innobles, como algunos nos tememos, desviando la atención de asuntos cuando menos muy tiznados. El tiempo, como en tantas otras cuestiones, pondrá a cada cual en su sitio.
Ciñéndonos a los asuntos meramente deportivos, el Barsa puede tener un lío pronto. Meter en la misma jaula a dos leones en celo puede ser devastador. Y Messi y el astro brasileño recién fichado lo son. Aquél es el ‘capo di tutti’ del vestuario culé arropado por los mejores jugadores del mundo salidos de la Masía, y el recién llegado, aun cuando viene enarbolando banderas de humildad, pronto querrá su porción de gloria en el reparto de laureles y ahí vendrá el problema.
D. Johan ya lo ha advertido; y lleva razón.