Seguimos en el Museo de Historia del Arte (Kunsthistorisches Museum) de Viena donde se dedica un gran espacio a las dos más importantes Cámaras Artísticas de Curiosidades y Maravillas del Renacimiento (kunstkammer), la de Fernando II del Tirol en Ambras y la de su sobrino el emperador Rodolfo II en Praga, ambos grandes coleccionistas e interesados por las matemáticas: el emperador Rodolfo fue mecenas de Tycho Brahe y Kepler, que le dedicó las Tabulae Rudolphinae.
Los poliedros agujereados de marfil fueron un capricho presente en las grandes colecciones renacentistas como las mediceas o las sajonas: no podían faltar entre los objetos imperiales.
De los trabajos vieneses hay dos muy destacables: la conversión de los dodecaedros en flores y la utilización de alabastro en lugar del marfil para hacer un icosaedro trucado hueco y esférico. El virtuosismo ha sido llevado a su extremo.
Los dodecaedros son una flor más en un árbol compitiendo en igualdad con otras más naturales. La suntuosa copa (1616) proviene de los talleres de Georg Burrer en Stuttgart.
El icosaedro truncado (balón de fútbol) de alabastro es el primero que encontramos, entendemos su extrema dificultad de ejecución.