Flores en la tormenta (Laura Kinsale)

Publicado el 15 mayo 2013 por Ojolector @elojolector
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Maddy es una muchacha sencilla y honesta, educada en la moral cuáquera. En esa Inglaterra del siglo XIX, es imposible que una muchacha como ella entable relación con el libertino y frívolo duque de Jervaulx. Pero el juego de las circunstancias hace que finalmente sea Maddy la única persona capaz en este mundo de devolverlo a la vida, de defenderlo de quienes se ensañan con él y, además, de descubrir la oculta y más noble faceta de este bon vivant.

Muchos son los que dicen que Flores en la tormenta de Laura Kinsale, no es sólo el mejor libro de la autora estadounidense, sino que se trata de uno de los mejores de todos los tiempos en lo que al género romántico se refiere. Yo debo ser increíblemente rara porque, para variar, no comparto la opinión de todos ellos. A ver… Es un libro que te atrapa, que engancha de verdad, agradable y, en algunos momentos, emocionante, aún así, tampoco es algo para tirar cohetes. No obstante, tengo la impresión de que Flores en la tomenta fue tenido en cuenta a la hora de inspirar a muchas otras obras del género por lo que, a día de hoy, y tras acabarlo de leer, el argumento se me antoja un poco manido y previsible. Igual, en su momento fue una revelación. A mí, desde luego, no me lo ha parecido.
El libro se centra en el eterno binomio de “Don Juan y Doña Inés“. A ver, este arquetipo es más antiguo que el andar, de hecho mirad qué nombres más castizos he utilizado. Más actualmente, este tipo de relación, también se encuentra en libros como los de El amor por números o los de la la Trilogia de las Herederas, aunque supongo que todos las novelas que están tan de moda, con el bdsm de fondo, le van muy a la zaga. Con “Don Juan y Doña Inés”, me refiero a todas esas historias en la que el protagonista es un hombre de mundo, truán, vividor y mujeriego; y la protagonista, una chica mojigata, gris y solterona, aunque , en el fondo, muy ardiente. Como bien sabéis, el truán se enamora de la monja, que lo salva de su vida de depravación y vicio. Por su parte, la beata amada cae en la trampa de amor de su caballero, como si fuera la única, la primera en toda su existencia. En este tipo de libros, por lo que se ve, no hay cabida para las ETS… sería muy poco romántico, todo sea dicho. Desde el albor de los tiempos, es un tema que siempre ha sido trendtopic, porque ¿qué mujer no ansía salvar a su hombre, y que hombre no sueña con una mujer que solo lo haya conocido a él como varón.?
Pues bien, en el caso de Flores en la tormenta, el protagonista, el bribón, es Christian Jervaulx, que, al parecer, fruto de su disoluta existencia, sufre una especie de embolia que le obliga a ser ingresado en un sanatorio. El pobre hombre, sufre una parálisis parcial de su cuerpo y de parte de su cerebro, lo que le obliga a hablar y moverse con dificultad. Es dado de lado, por la sociedad, por su familia y por buena parte del mundo que, entre otras cosas, quiere desprenderlo de su fortuna. El bribón es nada menos que duque. En contraposición esta Maddy Timms, cuáquera, santurrona, beata y solterona, que es todo lo contrario a Jervaulx. Lo que viene después no es difícil de imaginar: ella lo salva, se enamoran, bla, bla, bla.

El libro tiene dos partes bien diferenciadas: la que transcurre en el sanatorio donde internan a Jervaulx, y la que se basa en los momentos posteriores a la salida del mismo. La primera es, para mi gusto, lo mejor que tiene el libro. Sinceramente, considero que es innovador que, en una novela de carácter tan frívolo, se sumerja al lector en el sórdido mundo de los mánicomios (aunque de gente bien) del siglo XIX. También es cautivador cómo dos personas pueden enamorarse y buscar consuelo juntos, en tan extrañas circunstancias. Durante gran parte del libro, Jervaulx o no habla, o no se expresa por claridad. Pero sus actos y sus gestos, y lo bien que está todo desarrollado por parte de Kinsale, hacen que todo trascienda más allá de las palabras… te pellizca directamente el corazón.

Es una pena que la segunda parte sea, para mi gusto, un tanto anodina. A mi modo de ver, es un poco lo de siempre: la convivencia marital, la chica fuera de lugar en una sociedad desconocida,… hay demasiado empeño en que las cosas no salgan bien, cuando podrían salir perfectamente si Kinsale quisieran… En fin, la segunda parte es la típica historia de novela romántica basada en el siglo XIX.

Le he dado tres estrellas. Yo no me hubiera perdido nada si no lo hubiera leído, sin embargo, si no lo leéis, o no tenéis costumbre de nadar por estas aguas, probablemente os cautivará. A mí, la verdad, me parece un poco más de lo mismo…