Soy
el ángulo muerto
en un espejo de cuerpo entero
y el beso que casi
y la pistola cargada del diablo
con balas de fogueo;
quizás el miedo
y el éxtasis de la estela,
o el recuerdo enfermizo
y la caricia del viento
en los ojos de alguien
que no puede verme.
Soy
la primavera de nadie
y el invierno de cualquiera,
la mano que asfixia la poesía
o el libro que sacrificó al árbol
y desahució los pájaros de tu cabeza;
una huelga de hambre
por el sueño de otro,
la pesadilla de fulano
y el delirio de mengano,
la sonrisa del “no puedo”
y la rabia del “no quiero”,
el empezar de cero
en las comisuras de otra boca
que tampoco me alimenta.
Soy
la encerrona de la muerte
y la risa solo a tiempo de salvarse,
todas tus dudas puestas en fila
y una certeza que dura un segundo;
flores y fuego,
carne de cementerio
y corazón de cañón,
las manos vacías,
el puzzle incompleto
y los ojos rebosando
todo lo que no cabe dentro.
Podría mentirte
y decirte que soy
la salvación a tus naufragios,
pero lo cierto es
que estoy deseando
zozobrar contigo.
Ahora que ya sabes
que soy una mala elección
puedo dormir tranquila;
pues estoy segura
de que tu libertad
no va a poder resistirse
a desbaratarme,
uno por uno,
los motivos que te di
para que no me escojas.
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