Flotaba en el aire

Publicado el 01 mayo 2015 por Javier Marcos Angulo @clamorsegovia

Aquella tarde, todo flotaba en el aire. Dando un paseo inolvidable, respiraba naturaleza, sentía profundamente los olores que nos regala la primavera como queriéndonos convencer que seamos respetuosos con dicha naturaleza, que nos da siempre mucho más de lo que seguramente nos merecemos.
Según avanzaba en mi recorrido por el parque, sentía la obligación de al menos, sonreír aunque enseguida me di cuenta que mi sonrisa provocaba cierta hilaridad e incluso algunos transeúntes noté en ellos provocaba cierta carcajada reprimida. Pensarían que no estaba en mis cabales.
Nada me importaba, estaba flotando en el aire, casi mis pasos apenas rozaban el suelo, era maravilloso. No hacía ni frío ni calor (recordé aquel chiste que circuló durante tiempo aplicado a un político de turno de algún pasado gobierno).
Quería hablar con los paseantes que me cruzaba y tuve que hacer esfuerzos para no parar a alguien y transmitirle que realmente me sentía muy feliz.
Me tumbé en la hierba que olía a campo intenso, ese olor que transporta a eso que se supone es el paraíso.
No quería dejar de tener esa sensación de estar flotando en el aire. No quería de dejar de disfrutar de eso que dignifiqué como paraíso.
De repente, no sé por qué me vino a mi mente todas las penurias que pasan millones de personas en el mundo y de sopetón dejé de flotar en el aire.
Aparqué la sonrisa en un banco del parque y entonces me di cuenta que había una persona mirando fijamente a una paloma.
Instintivamente interpreté que esa persona estaba imaginándose a la paloma guisada, para poder,seguramente, calmar su hambre.
Me di media vuelta y me fui con los pies arrastrando de pena; ya no flotaba en el aire.