Revista Cultura y Ocio

“Fluye el Sena. Tres casos del comisario Adamsberg”, de Fred Vargas (seudónimo)

Por Guillermo Guillermo Lorén González @GuillermoLorn

«Salud y libertad», «La noche de los brutos» «Cinco francos unidad»

Por Ricardo Martínez

“Fluye el Sena. Tres casos del comisario Adamsberg”, de Fred Vargas (seudónimo)

Cubierta de: ‘Fluye el Sena’

Los fenómenos literarios que irradian con la fuerza de (casi obligados) best seller se convierten para el lector atento, tanto en objetos de curiosidad como en objetos de sospecha. Quiere en ello decirse que no caben, no, de pronto, excelencias obvias inmediatas en un tema literario (menos en la novela negra, con tan digna historia detrás) ni, por extensión, autores presentados como si fuesen unos ‘clásicos de nacimiento’. Otra cosa es que el comercio editorial haya de invertir en una novedad –mejor si es femenina, al parecer- para mostrársenos como reflejo de una verdad social, de una acaso audacia expresiva como testimonio de un tiempo determinado.

Particularmente a mí me ha parecido observar, sí, un ritmo muy dinámico en la narración de estos relatos, pero, a la vez, de escasa altura literaria, de riqueza expresiva cuestionable. Hay, por el contrario, ese ritmo imparable que exige un lenguaje muy a ras de calle, tan intenso como perecedero: “Ése caminaba mucho, sonreía a menudo, hablaba de buena gana, pero no parecía llevar mucho dinero en el bolsillo”. Este fragmento, como tantos otros del libro, refleja más, desde luego, un dinamismo cinematográfico que no un discurso medido, elaborado, donde la acción o lo descriptivo no tiene por qué estar ausente (En ocasiones, al leer estos textos tan dinámicos y un si es no es ansiosos, me pregunto cómo lo escribiría, para expresar la misma idea, un autor como Thomas Mann, o Cartarescu, por ejemplo)

Alguien dirá, y eso es cierto, que cada voz nueva es una forma de decir distinta, una forma de comunicación renovadora, pero, hablando de literatura, alguien ha llegado a decir que el discurso implicador y de gusto ha de ser como la tortilla: o lleva huevo o no lo lleva. Y si no lo lleva ‘como ingrediente’, se parecerá a tortilla, pero será otra cosa de lo entendido como tal.

No quisiera dar la impresión de denostar sin más un ejercicio literario que tiene agilidad, cierta capacidad de sugerencia, un leve tic de ingenio que recuerda al sentido del humor, pero, en lo esencial del nudo dramático, la resolución de la casuística –sobre todo en títulos como ‘Salud y libertad’ y ‘Cinco francos por unidad’–  la conclusión repentina y fugaz respecto de toda la trama montada hasta ese momento en torno al ‘problema’ viene cogida tan por los pelos, es tan electrica como difícil de sostener en una situación normal. Ni Vasco ni ‘Pi’ tendrían, considero, motivos hondos suficientes para convertirse, de pronto, en colaboradores obedientes de la policía. No, se advierte aquí un ejercicio literario que sería como subir los peldaños bailando, trastabillando a la vez; algo así, al decir de algún crítico, como una cierta forma epiléptica de narrar, de establecer la lógica, material y humana, de los casos, que no está asentada. Un texto, pues, entretenido, pero anecdótico, circunstancial; tal vez el hecho de que hayan aparecido como colaboraciones en revistas suponga una justificación de un apriorismo excesivo, sin elaboración suficiente.

Señalaría, como una convención bienintencionada, los guiños que se hacen, más o menos indirectos, a la figura de Maigret (ironía, observación del agua –río o lluvia-, una cierta propensión a la comprensión en favor del desheredado) pero ahí queda todo. Repito, demasiada repentización, una casuística traída de una manera narrativa nerviosa.

Una escritura virtual en sentido técnico; diríase, de ordenador: apresurada, no mesurada, de quita y pon con su aquel trivial y, desde luego, un lenguaje perversamente directo por desnudo, para causar exageración, exceso de llamada: “Te lo aseguro, cara de cabrón. Es pálido, con el pelo muy fino y muy negro, y unos dientes que no se ven. Viste bastante bien, pero el corte no es inglés”. ¡Ay, si doña Agatha hubiera de esgrimir su pluma en una descripción similar! O bien, ¿se imaginan la cara de asombro del relamido Poirot aludiendo a un personaje así como una forma de personalidad, de definición humana, de ‘contenido trágico’

Repito, los lenguajes descriptivos, emocionales, cambian como cambian los tiempos y con ello los autores, pero todo bípedo lector sigue yendo dotado de una ontología que se debería reflejar, como trasfondo,  más conscientemente  a fin de sentirse implicado, comprometido incluso.  Lectura es amistosa compañía, entretenimiento inteligente con su aquel de trasfondo, de gravedad incluso

Lee y disfruta de un fragmento de la novela.

“Fluye el Sena. Tres casos del comisario Adamsberg”, de Fred Vargas (seudónimo)

Fred Vargas

La autora:
Fred Vargas (seudónimo de Frédérique Audoin-Rouzeau, París, 1957), arqueóloga de formación, es mundialmente conocida como autora de novelas policíacas; hasta el momento ha escrito catorce (todas ellas publicadas por Siruela). Además del Premio Princesa de Asturias de las Letras 2018, ha ganado los más importantes galardones, incluido el prestigioso International Dagger, que le ha sido concedido en tres ocasiones consecutivas. También ha recibido, entre otros, el Prix mystère de la critique (1996 y 2000), el Gran premio de novela negra del Festival de Cognac (1999), el Trofeo 813 o el Giallo Grinzane (2006). Sus novelas han sido traducidas a múltiples idiomas con un gran éxito de ventas, alguna de ellas incluso se ha llevado al cine.

El libro:
Fluye el Sena. Tres casos del comisario Adamsberg (título original: Coule la Seine, 2005) ha sido publicado por Ediciones Siruela en su Colección Nuevos Tiempos 231. Traducción del francés de Anne-Hélène Suárez Girard. Encuadernado en rústica con solapas, tiene 136 páginas.

Cómpralo a través de este enlace con Casa del Libro.

Como complemento pongo un vídeo en francés de Le mur d’après cinq francs pièce de Fred Vargas.


Para saber más:

Fred Vargas en Wikipedia
Fred Vargas en Wikipedia (en francés).

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