FMI. Tocando fondo

Publicado el 02 julio 2012 por Eleconomistahumilde
Más desolado que Charlton Heston en la escena final del planeta de los simios. Así es cómo salí de la conferencia “Banking and Sovereign Crisis”, enmarcada en el encuentro anual de la “European Financial Management Association” celebrado en Barcelona. El evento contaba con la presencia de diversos ponentes del FMI, lo cual despertó en mi cierta expectación. Al fin y al cabo se trataba de una buena ocasión para conocer sus planteamientos de primera mano, sin intermediarios. Quién sabe; quizás políticos y medios de comunicación, por interés o desconocimiento, distorsionan el mensaje de estos expertos de las finanzas. De acuerdo, el FMI no se rige por un régimen interno precisamente democrático (1 persona-1 voto), sino capitalista (1 dólar-1 voto). Además, determinadas decisiones requieren un 85% de representación, y cómo EEUU cuenta con un voto del 16% (que casualidad…), dispone por si sola de capacidad de veto. Pero aún así, el organismo internacional en los últimos años parece haber recobrado cierto protagonismo, y su nueva directora general, Christine Lagarde, aparecía en “Inside Job” diciendo cosas con sentido, dando muestras aparentes de haber aprendido la lección. Pero lo reconozco: Fui Muy Ingenuo.
Volviendo a la conferencia, de los más de 200 asientos del auditorio, apenas 30 estaban ocupados. El presentador de la sesión justificó la escasa afluencia de público alegando la gran competitividad de una soleada mañana barcelonesa. Ese tono liviano, lúdico, e hasta optimista fue la tónica de todo el encuentro. Es lógico, pensé, que se muestren satisfechos, con esos sueldos (más dietas) que multiplican por mucho el salario mínimo que pretenden reducir. Sus sonrisas contrastaban con la infinidad de caras largas con las que me había cruzado en el metro de camino a la conferencia. Otra diferencia respecto al exterior: en la sala el idioma absoluto era el inglés. Ni una sola palabra de catalán o castellano. No resulta difícil establecer cierto paralelismo con las misas que se acostumbraban a celebrar en latín.
Pero vayamos al contenido de las ponencias. Una retahíla interminable de razonamientos burdos, repetición hasta la saciedad de los mantras habituales, y todo ello aderezado con una batería de gráficas tan estéticas y complejas como inútiles, y con modelos de regresión lineal de perogrullo. Tras el análisis, la conclusión: se ha crecido mucho y de forma rápida, y por consiguiente ahora toca realizar ajustes estructurales para recuperar la confianza de los mercados y así sentar las bases de una nueva etapa de crecimiento (toma reflexión!). Me recordó en cierta manera al futbolista poco locuaz que se le pregunta por el partido y responde: “el futbol es así”. Efectivamente, para el FMI también “la economía es así”. Y no vale la pena perder el tiempo con asuntos menores como preguntarse a donde ha ido a parar la riqueza, el incremento alarmante de la pobreza o los brutales recortes en el estado de bienestar. Vamos, que el FMI ha desembarcado en España para “ilustrarnos” con sus recetas de siempre, esas que ya han fracasado en medio mundo durante las últimas décadas. Si estos señores nos tienen que sacar de la crisis… que Dios nos coja confesados. El único momento de la sesión en el que la palabra tuvo más valor que el silencio fue cuando un ponente del FMI confesó que no daría ninguna opinión que pudiera provocar el riesgo sistémico de hacerle perder su puesto de trabajo. Un instante irónico y revelador, sin duda.
Concluida la sesión, abandoné la sala cabizbajo y confuso. Afuera, un grupo de camareros aguardaba para ofrecernos un desayuno o “coffee break”. Ellos tampoco sonreían. El más joven me ofreció una bebida que decliné con amabilidad y seguí caminando hacia la salida. Lo que necesitaba tomar era aire. Pocos metros más adelante, al atravesar la puerta principal hallé la respuesta al puzle. Un esmerado plafón con los patrocinadores del evento. Sponsor principal: Caixabank. Y a continuación las principales empresas del financieras e industriales del país, así como las más altas instituciones (Ministerio de Economía y Competitividad, MEFF-BME, Bolsa de Barcelona…). Para estas organizaciones el discurso de la conferencia no podía ser más satisfactorio y coherente. Pero, para el conjunto de la ciudadanía, tampoco más desesperanzador.