Recomendada si lo que se quiere es un rato entretenido de pura evasión y sin grandes pretensiones.
Will Smith nunca ha estampado su nombre en los créditos de ninguna película realmente importante, lo cual debe ser frustrante para la estrella de “El príncipe de Bel Air”, serie que sí lo es y nos marcó a toda una generación. Desde entonces y en el camino han quedado, eso sí, varias películas con buena marcha en la taquilla y con cierto tirón popular de las que yo destacaría “Independence day”, las tres “Men in black”, “La leyenda de Bagger Vance”, “Yo, robot” y “Soy leyenda”. Allá por 1991 se le reconoció no sólo como estrella sino también como actor con la nominación al óscar por “Ali” que repitió quince años después con “En busca de la felicidad” y pare usted de contar. Desde 2008 con “Hancock” (que a mí no me disgustó), Will Smith ha ido dando tumbos y tratando de no perder posiciones en la industria sin mucho éxito.
Su gran apuesta fue hace un par de años “After earth” (2013) con la que pretendía una triple carambola, impulsar su carrera, la de su hijo Jaden y la de M. Night Shyamalan, director de “El sexto sentido”, que desde la adaptación de “Airbender” es otro que no levanta cabeza, pero la cosa no pudo ir peor.
“Focus” es un indisimulado intento por recobrar impulso en taquilla quizás a la espera de mejores proyectos, es una película sin otra pretensión que entretener y que se vale de todos los recursos para llamar la atención en el espectador actual: una trama de ladrones de alto standing, caras guapas como la del propio Smith y la de la ascendente Margot Robbie (a la que descubrimos en “El lobo de Wall Street”), un argumento en el que se presupone acción y engaños (tiene más de los segundos que de lo primero) y una factura muy cuidada (fotografía sugerente, banda sonora minuciosamente seleccionada y mucho glamour: casinos, discotecas, restaurantes chic, carreras de caballos, fórmula uno...).
El entretenimiento funciona más o menos bien, pero como sucede con este tipo de películas mejor no escarbar demasiado más allá de lo superficial o es inevitable cierta desilusión. El argumento más o menos funciona por cuatro o cinco escenas con las que se busca impactar al espectador sin que importe demasiado que sean verosímiles (entre ellas quizás la más destacada la del duelo de apuestas con Liyuan), la trama pierde gas cuando se pone tontorrona (lo siento, pero yo creo no hay química entre Smith y Robbie y si lo parece es porque como actores la fuerzan, ella me parece mucho más que una cara bonita) y remonta cuando se ponen pícaros y se dedican a robar. Las sorpresas, que hay alguna, vienen bien para mantener el interés, pero hay varias cosas que hay que dejar pasar por alto. Ya digo, mejor ver la película con una cierta inocencia, dejándose llevar.
La pena es que no hay lectura ética posible ni moraleja moral, no cuaja como relato romántico y le falta la gracia pícara que Will Smith y Margot Robbie le podrían haber dado a unos personajes con más recovecos...Se queda sólo en fuegos artificiales, eso sí distrae de inicio a fin.