Fogueres en el Raval Roig

Por Armando_p
En la década de los cincuenta, el escritor alicantino Víctor Viñes Serrano, en su obra Al pie del Benacantil, editada en Alicante por Sucesores de Such, Serra y Compañía en 1953, dice del Raval Roig:
Es un barrio humilde que ni siquiera tiene más categoría que la de Arrabal; que no hace muchos años carecía de edificaciones que no fueran de planta baja (en lo que residía uno de los mayores encantos) y que, a extramuros de la ciudad, se ofrecía al sol naciente con us limpia y honrada humildad y su laboriosidad y pintoresquismo.
Pero ni siquiera de esto le viene al Arrabal Roig la común simpatía de todos los alicantinos. No. Hay algo más: El Arrabal Roig es para nosotros algo así como el viejo familiar al que se acude para gozarse en su charla amena que relata la tradición, curiosear sus costumbres que se resisten a las innovaciones de los tiempos, deleitarse con sus hábitos sencillos y honestos y recrearse en la contemplación del atuendo.
Eso es el Arrabal Roig: el bisabuelo, como si dijéramos, de los barrios alicantinos. Que sigue tejiendo sus redes en las callejas silenciosas, sin tránsito, iluminadas por el sol; que tiene en las angostas aceras sillas de cordeta y cuévanos puestos a secar, en los que el agua del mar pone millares de puntos brillantes de la sal reseca; que cuelga en las ventanas y azoteas sus «bonitos» y «cavalletes», embadurnados de rojo pimentón; y huele a alquitrán y a salobre y a salsa de ajo de calderos apetitosos y excitantes, mientras que en la mitad del arroyo se extienden el «bol», el «rall» o la «peseta», que en la amanecida conquistaron a las entrañas del mar, cercano y pródigo, el «rancho de peix» cotidiano.

EL Raval Roig en el recuerdo


El Raval Roig es probablemente el barrio más autóctono de la ciudad de Alicante. Apenas llega hoy a los mil ochocientos habitantes y, según los estudios, es la zona de la capital alicantina con más porcentaje de habla valenciana entre vecinos y familias. Barrio pescador por excelencia, nació sobre el murallón del Postiguet, extramuros de la ciudad, con la que comunicaba a través del desaparecido «Portal Nou» o Puerta Nueva de la muralla que desciende del Benacantil, al final de la calle Villavieja. El Raval Roig es reflejo perfecto del pasado alicantino, pero, paradójicamente, no ha sido nunca un barrio foguerer, y hay motivos que lo explican. Como todo en esta vida, Les Fogueres también tienen su excepción.

EL Raval Roig en el recuerdo


El Raval Roig, que, como hemos podido comprobar en la obra de Viñes, también aparece según qué fuentes como «Arrabal Roig» o «Arrabal Roch», no acogió con el fervor de otros barrios la celebración de Les Fogueres de Sant Joan, fundamentalmente porque ya tenía sus propias fiestas, arraigadas como pocas, tal vez por ese carácter de barrio extramuros que, de alguna manera, le hizo desarrollar una idiosincrasia propia, incluso para sus celebraciones, festeras o no. Eran, y son, las fiestas en honor a su patrona, la Virgen del Socorro, que se celebran normalmente los primeros días de septiembre. Se tiene constancia documental de la celebración de estos festejos desde 1839, con sus vaquillas, cucañas y multitud de otros actos populares, pero con toda seguridad se vienen celebrando desde hace muchísimo más tiempo. De hecho, hay estudiosos que las consideran las más antiguas de la ciudad. Y no era cuestión de rivalidad, simplemente era eso, que ya tenía sus propias fiestas y se celebraban por todo lo alto: partidos de fútbol y baloncesto, concursos de paella, verbenas, bailes, música tradicional al son de dolçaines i tabalets, nanos i gegants, o la procesión, que tenía un recorrido entre la lamentablemente desaparecida ermita del «Socós» y la playa del Postiguet, siempre ahí, frente a este barrio legendario, y que tomó su nombre precisamente de la pequeña abertura de la muralla del Mar que le daba acceso a la playa, en la que permanecían varadas las barcas y las artes de pesca; postigo que tuvo un origen urbanístico, como aliviadero de las aguas provenientes de las laderas del Benacantil, a través de dicha sección de muralla, y que era su función principal.

La desaparecida ermita de la Virgen del Socorro


Continúa, más adelante, Viñes en su obra, que, por cierto, tuvo su origen en unas famosas charlas radiofónicas, que el autor dedicaba fundamentalmente a los barrios de Alicante, hablando en este caso de las fiestas del Raval Roig:
Llegan las fiestas y se adornan las calles con cadeneta casera. Y se cuelgan faroles y se enlazan guirnaldas de flores de papel, que una paciente labor preparó de mucho antes. En sus calles apareció en ocasiones hasta la Explanada, con sus gráciles palmeras, imitadas a la perfección por una barriada que siente el arte y sabe plasmarlo en esas jubilosas jornadas, con la mejor voluntad y el más puro de los sentimientos.

Fiestas del Raval Roig


Pero sí que hubo algún intento de implantar Les Fogueres en el Raval Roig. Y es que se dan casos de barriadas en Alicante, en las que tradicionalmente las propias fiestas del barrio han desplazado a nuestra Fiesta Oficial de Fogueres, y otros en los que simplemente se han mantenido al margen de cualquier evento festero. Son dos ejemplos notorios de este segundo supuesto la Foguera La Albufereta, que sólo plantó fogueres los años 1981 y 1982, o la Foguera de Vistahermosa, que únicamente plantó un monumento infantil en 1945.
Sin embargo, en el caso de los barrios de más arraigo festero en Alicante, por antigüedad y tradición, como es el caso del Raval Roig, se dan los dos extremos. Mientras que, por ejemplo en San Antón coexisten las entrañables fiestas de «El Porrate», que ya han cumplido los 500 años de existencia, con las comisiones de fogueres de San Antón Alto y San Antón Bajo, en otras ocasiones se llegó a crear comisión de fogueres sin conseguir continuidad, como son los casos de la Foguera de Tabarca en 1965 y la Foguera de San Gabriel en 1966, que sólo duraron un año.

Llibrets de Fiestas del Raval Roig


Mención aparte merece el asunto de las Fiestas del Raval Roig en honor a la Virgen del Socorro, las más antiguas sin duda, junto con las de San Antón, pero que no serían óbice para que el barrio se subiera al tren de les Fogueres de Sant Joan en los años de la II República. En efecto, la Foguera Arrabal Roig nació en 1933 y, curiosamente, tras fallar un año, como sucediera en los casos anteriormente descritos, en vez de desaparecer volvió a plantar en 1935, en este caso tanto con monumento adulto como infantil, y 1936. Vamos a conocer las peculiaridades de su breve existencia festera.
En el Expediente 22/1933, del fondo documental de les Fogueres de Sant Joan que se conserva en el Archivo Municipal de Alicante, encontramos la incorporación del entrañable Raval Roig de nuestra ciudad a las hoy Fiestas Oficiales. Así, la que entonces se denominó Foguera Arrabal Roig 1933, fue obra del componente del colectivo valenciano «Unión Arte» José Pérez, y fue titulada, según su llibret, Llevant lo vell pera posar lo nou, aunque en otras fuentes sólo aparece como Llevant lo vell. Fue plantada en la Plaza de Topete, y tuvo unas dimensiones de 6 x 5 metros de base y 8,5 metros de altura. Por proximidad, se podría considerar que pertenecería al actual distrito de la Foguera La Marina, tal vez del de Plaza de Santa María, o más probablemente del de Passeig de Gómiz.

Foguera Arrabal Roig 1933, de «Unión Arte» (AMA)


El presidente de la Foguera, José Pérez Ruso, seguramente de ascendencia tabarquina y que, aunque coincida nombre y apellido, no tenía nada que ver con el constructor del monumento, firmaba y presentaba su solicitud de plantà en la Secretaría del Ayuntamiento, el día 3 de junio de 1933, que la cedía en la misma fecha a la Comisión de Fomento, para quedar aprobada el día 5. Adjuntaba un boceto en acuarela, del que se conserva una fotografía autorizada mediante sello de Alcaldía. Era José Pérez una persona que siempre se mostró muy discrepante y crítico con la Mesa Gestora en las Juntas Generales, lo que le haría bastante impopular entre el resto de representantes foguerers.
La citada solicitud hacía referencia al significado de la foguera, indicando que ésta «desarrolla el tema, de demoler lo arcaico y vetusto, reemplazándolo por otras edificaciones modernas que prestigien la población». Así la comentaba el número extraordinario de Fogueres 1934 de la popular revista El Tio Cuc, que, inexplicablemente, además la rebautizaba con el lema ¡Al agua patos!:

Boceto de la Foguera Arrabal Roig 1933. Revista El Tio Cuc
(Archivo Armando Parodi)


Y este era el inicio de la amplia «explicasió» que consta en el llibret, firmada por José Pérez Ruso y Rafael Ferrándiz Navarro, toda una declaración de intenciones:
Ya era temps de q'aplegara
l'hora de ser foguerers
i que com en atres puestos,
ixquerem en els papers,
al formar la Comisió
q'enguañ molt valenta, fer a
en tres mesos molt cortets
una señora foguera,
que'l barrio tot recibix
plé d'alegria y de goig,
pues no hay ducte, era desich
dels veins del Raval Roig,
que ara 's podrán codejar,
aixina d' esta manera,
en els demés d'Alacant
per tindre ya una foguera.

La primera comisión de este distrito la componían: José Pérez Ruso, presidente; Rafael Esplá Riera, vicepresidente; Francisco G. Martínez, secretario; José Esplá Riera, vicesecretario; José Puche Navarro, tesorero; y los vocales, Enrique Reus Álvaro, Pascual B. Serna, Tomás Llorca Femenia, Pedro Llinares, Francisco A. Planelles y Eleuterio S. Giménez. Fue la primera Bellesa, la señorita Rita Rómulo Serrano, y sus «Donselles d'Honor», Paquita Zaragoza, Vicente Molina, Remedios Juan y María Saura. Fue nombrado «Foguerer Machor» Álvaro de Albornoz Liminiana, político, abogado y escritor asturiano, diputado en Cortes y Ministro de Fomento y Justicia durante la II República. La Banda de Música de Orba fue la encargada de amenizar pasacalles y verbenas. La alicantina Papelería Marimón editó el Llibret de la Foguera del Raval Roig, aquí sí, por una vez bien escrito, con doce páginas de 14 x 22 centímetros.

Llibret de la Foguera Arrabal Roig 1933 (AMA)


Tras un año sin plantar, en lugar de desaparecer, como ocurriera en otros barrios tradicionales de nuestra ciudad, sin embargo reaparece con fuerza, y la Foguera Arrabal Roig 1935 planta dos monumentos, una foguera adulta y una foguera infantil. La primera de ellas, de acuerdo con el Expediente H-22/1935 que se conserva en el AMA, fue construida por los hermanos Juan y Gaspar Esteve García, que firmaban como «Esteve Hermanos». Según el llibret se titulaba Lo que puede ser, concursó en Categoría B, siendo merecedora del Tercer Premio, aunque otras fuentes citan, erróneamente, el Primer Premio de Tercera Categoría, clasificación que, por una parte todavía no existía y, por otra, queda totalmente desmentida al consultar el Acta de la Junta General Extraordinaria del 18 de junio, que la sitúa en la citada Categoría B. Sus 8 x 6 metros de base y 9 metros de altura fueron plantados, como en la anterior ocasión, en la calle Virgen del Socorro, a la altura de la Plaza de Topete del popular barrio de nuestra ciudad.

Foguera Arrabal Roig 1935, de «Esteve Hermanos» (AMA)


Es igualmente José Pérez Ruso, en calidad de presidente de la Foguera, quien el 6 de junio de 1935 hace entrada en el Registro de la Secretaría del Ayuntamiento de la solicitud de plantà, fechada 4 de junio, que sería admitida sin problemas. Se conservan dos fotos autorizadas, de otros tantos bocetos en acuarela, de las caras frontal y posterior del monumento, esta última sin firma.
El mencionado documento incluía una breve explicación del monumento:
Una vista de la actual situación de la Calle Mare Nostrum, con la barandilla que da a la playa y la parte montañosa, fea y antiestética que ofrece ahora, y, en la parte opuesta de la hoguera, lo que podría ser este sector construyendo una escalinata artística que facilitase el paso hasta la playa, borrando, al paso, esa vista fea de la parte montañosa. Los edificios modernos que se construirían en esa parte de la calle de Mare Nostrum, así como un gran Hotel turístico, denominado de Mare Nostrum, y exposición de algunas escenas de playa, a cargo de turistas alojados en el citado Hotel del que descienden, ataviados en traje de playa, por la escalinata futura desde su alojamiento a las arenas del Postiguet.

Tarjeta publicitaria con el boceto de la Foguera Arrabal Roig 1935
(Archivo Armando Parodi)


Fue Bellesa de la Foguera la señorita Lolita Fuster, cambiaba la banda de música respecto de la que fuera contratada en 1933, siendo este año la Unión Musical de Alicante la que amenizó los días de fiesta, desfilando con la Foguera con el número 8 de orden, según el Acta de la Junta Extraordinaria de fecha 12 de abril, y de nuevo la Papelería Marimón editó el Llibret de la Foguera de Arrabal-Roig, de 15,5 x 21 centímetros y 16 páginas.
En cuanto a la Foguera Infantil Arrabal Roig 1935, primera y última que se plantaría en este efímero distrito, es curioso observar que está muy bien documentada en el Expediente I-6/1935. Su autoría se debe al presidente de la comisión infantil, Rafael Ferrándiz, que la tituló Abusand de la ignoransia, según el citado expediente, o también Els esclaus de la mar, de acuerdo con otras fuentes, aunque probablemente este título hace referencia a una de sus escenas. Medía 1,5 x 1,5 metros de base y 4 metros de altura, curiosamente más alta que el máximo permitido en la actualidad en una foguera infantil de la máxima categoría, y se plantó frente a los números 123 y 125 de la calle Virgen del Socorro.

Boceto de la Foguera Infantil Arrabal Roig 1935. Revista El Tío Cuc
(Archivo Armando Parodi)


La solicitud de plantà está fechada 9 de mayo de 1935, y presentada en Registro de la Secretaría del Ayuntamiento el 10 de mayo, quedando autorizada el día 1 de junio. Escrita con correctísima caligrafía, la firman Rafael Ferrándiz, presidente; Manuel Rodrigo, secretario; Francisco Berdías, vicesecretario; y Luis Nadal, tesorero. Completan la documentación un boceto en tinta azul de 32,5 x 44,3 centímetros, así como una memoria de la foguera, mecanografiada y firmada por el presidente y el secretario de la comisión infantil, que explica cada una de las cuatro caras de la misma. En la primera, «la playa del Postiguet todavía se presencia el deprimente espectáculo de pescar al "bou" cuadro este ya anticuado e inhumano, puesto que no compensa nunca el esfuerzo de unos hombres que arrastran pesada carga para obtener unos céntimos de compansación». En la segunda escena, «en aquella misma playa llegada la época estival van las mujeres tan sin vestidas que más parecen lugares propios de permanente pornografía, y no por cierto dominando esta clase de gentes, puesto que la playa se ve conmovida de gentes distintas de sana moral y además la infancia». En la tercera cara de la foguera, «un pobre hombre vendedor de números, que no debe gozar seguramente de buena vista, es burlado por las compradoras que a veces se quedan con varias "parejas" de números y pagan como si sólo una hubiesen tomado». Y en la cuarta y última, «hay otro pobre hombre vendedor de agua a domicilio que, con grandes trabajos si fía 3 cántaros por 10 ctmos y parece caro a muchas, mientras que a lo mejor pagan 30 ctmos, por medio litro de vino, cuyo vino tiene tan sólo de tal el color, puesto que es agua pura».
Por último, llegamos a 1936, último año que plantaría monumento la Foguera Barrio del Arrabal Roig, reiteración que así consta en su denominación en el Expediente H-26/1936 del Archivo Municipal. Lo hizo con una nueva obra de «Esteve Hermanos» también con título diverso: Maldito dinero, según el boceto, o Maldita guita, según otras publicaciones. Se plantó en Categoría B un monumento de 10 metros de base y 9 metros de altura, frente al número 52 de la calle Virgen del Socorro.

Boceto de la Foguera Barrio del Arrabal Roig 1936,
de «Esteve Hermanos» (AMA)


La documentación que se conserva de esta foguera es notablemente más escasa. Una escueta solicitud de plantà firmada por un nuevo presidente, Eleuterio Alemañ Planelles, fechada el 19 de junio de 1936, sería presentada en Registro de la Secretaría del Ayuntamiento, transferida al Negociado de Gobernación, y aprobada a continuación en esa misma fecha. Y, junto a ella, dos bocetos sin firmar, el primero de ellos de la cara frontal, en acuarela de 64 x 44,2 centímetros, y el segundo de la cara posterior, de 44,4 x 32,4 centímetros a tinta. No contiene explicación ni descripción alguna del monumento.
Era Eleuterio Alemañ, un presidente mucho más participativo, sin dejar de ser notablemente legalista, siendo nombrado miembro de varias comisiones de trabajo por la Mesa de Gestora, según se desprende las Actas de las Juntas Generales. Un talante significativamente distinto del de su predecesor.

Bellesa de la Foguera Barrio del Arrabal Roig 1936.
Revista Rosas y Perlas 1936 (Archivo Armando Parodi)


Fue la última Bellesa de la Foguera la señorita Luisita Moliner, mientras el Llibret de la Foguera de Arrabal Roig, de 14 x 21 centímetros y 12 páginas, era confeccionado por primera y única vez por los Talleres Tipográficos Sucesor Viuda de Reus, de Alicante. El sorteo del orden de desfile deparó a la comisión, en esta ocasión, el número 25, según Acta de la junta General de Fogueres del 18 de febrero.
Después llegó la Guerra Civil y, con ella, la interrupción de las fiestas durante dos ediciones consecutivas, en 1937 y 1938, por razones obvias, pero los festejos más populares de Alicante no se volverían a celebrar en el Raval Roig: la Foguera desapareció junto con la II República y, hasta la fecha, no ha habido conato alguno de recuperarla. Pero el barrio más autóctono de la ciudad, ya tenía, y sigue teniendo, su fiesta popular y tradicional, que prevalece sobre cualquier otra celebración festera.