Follamigos, esa extraña pareja
Publicado el 04 febrero 2014 por Sergio Ampuero Mata
@SergioMata_86
La cosa es bien fácil. Etimológicamente este neologismo moderno contiene dos raíces claramente diferenciadas: Foll- (dícese de la actividad de practicar el coito) y –amigo (dícese de los individuos que mantienen una relación de afecto personal, puro y desinteresado, compartido con otra persona, que nace y se fortalece con el trato). Vamos, lo que viene siendo un colega al que de vez en cuando le echas un polvete. No hacer el amor, ¡cuidado!, esto es otra cosa mucho más íntima y especial. Se trata únicamente de satisfacer una serie de necesidades primitivas intrínsicamente unidas al ser humano. Todo el mundo necesita follar. Esto es tan cierto como que con Soraya se cometió una injusticia en Eurovisión. En diferentes proporciones, cierto, pero se necesita. Pero vamos, que si eres de los que se ruboriza al unir en una misma frase los conceptos “amigo” y “follar”, deja de leer por el buen estado de tu salud mental (que sí, que la utopía del sexo con amor es muy bonito, pero no tengo yo el reloj biológico como para seguir esperando). Pero de lo contrario, continúa leyendo para desentrañar los aspectos más hostiles de tan complicado tipo de relaciones sociales.Nos habíamos quedado con aquello de tener un colega al que follarte sin compromiso. Una persona en la que la conversación, tomar unas cañas o ir al cine no importa mientras se le ponga dura o lubrique lo suficiente. Un individuo que sea capaz de sustituir el tiempo dedicado al onanismo por otro un poco más divertido de sexo en pareja. ¿Parece fácil, no? Pues no. Resulta que esto de ser follamigos es un concepto más complicado de lo que parece y esconde en su interior un potosí de problemas. Tal y como lo oyen.Existen una serie de reglas que no te puedes saltar a la torera si quieres que tu relación tenga una mínima probabilidad de éxito. Eso sí, yo no dejo de ver vacíos legales por todos los sitios.:
- Tu follamigo no es tu novio. No te quieras ir con el de compras, a cenar a un italiano, a ver la nueva de Julia Roberts, ni mucho menos de vacaciones (la convivencia es el cementerio de las relaciones, sean de la naturaleza que sean). Los reproches no están aceptados. Excepcionalmente podrás tener determinadas actividades puntuales siempre y cuando la cosa se culmine con uno de los a dos a cuatro patas y gritando “dame más, dame más, dame más”.
- Al follamigo no se le debe fidelidad. Se trata de una relación abierta en la que la culpabilidad está prohibida y en la que la relación entre el disfrute y el número de individuos que te pases por la piedra es directamente proporcional.
- Cuando quedas para follar, quedas para follar. Déjate de malos rollos, inseguridades, dolores de cabeza y similares. No es el momento. Pero eso sí, que sea tu follamigo no significa que te trate como un cacho de carne con pene/vagina. Respeto, por favor.
- Si alguien encuentra el amor, adiós. Podría darse la circunstancia de que se convirtiera en un fiel amigo, pero esta teoría es bastante poco probable. La otra opción es que quiera seguir siendo tu amante lo que significa que, al menos si está al principio de su noviazgo, algo no funciona demasiado bien.
- Si alguno de los dos quiere dejarlo, no hay dramas. Bastará con un mensajito o incluso, dejar de llamarse...
- ... A no ser que uno de los dos se haya enamorado. Aquí la hemos cagado. No hay más. Lo más importante es no precipitarse porque al principio todo es maravilloso y las mariposas revolotean a tu alrededor de tanto que le das a la maraca. Pero eso no es real y al cabo de unas semanas verás las cosas como son realmente. La madurez emocional es imprescindible para saber llevar una relación de este tipo.
Y una vez tenemos las cosas claras, ¿cómo, y dónde se consigue un follamigo? Aquí funcionan las reglas básicas de siempre. Menos en el trabajo (donde tengas la olla, no metas la XXXXX, aunque luego pasemos de este principio tanto como de limpiarnos el culo con piedra pómez), cualquier sitio es interesante para reclutar a ese individuo que despertará tus más bajos instintos entre embestidas y lametazos. Vecinos, el gimnasio o las clases de inglés se consideran sitios idóneos para encontrar a tu engranaje perfecto en lo que a folleteo se refiere. Si no, siempre se puede recurrir a amigos de amigos o de tu propio ex, aunque esto ya entraña algún que otro riesgo. Lo de tirarte al tí@ bueno de la discoteca una noche de borrachera está bien, pero no confundas las cosas. No es un follamigo. Para serlo necesitas tener una relación mínima de confianza.En cuanto al cuándo la cosa no tiene perdida. Si tus colegas te han dado plantón, el “Deluxe” de esa noche es de baratillo y el vibrador o muñeca hinchable de turno no están a mano, es el momento adecuado para marcar la llamada de urgencia. Sea la hora que sea. Tu follamigo deberá acudir raudo y veloz al encuentro para saciar tus necesidades y de paso, cubrir las suyas propias.Eso sí, con las nuevas tecnologías todo ha cambiado y se ha abierto una nueva ventana de posibilidades. Resulta que yo tengo un amigo… ejem… que se ha instalado en su teléfono inteligente una aplicación de esa que te rastrea la zona a fin de encontrar homólogos en lo que a necesidades sexuales se refiere con fotos de perfil de esas selfie tan de moda entre los fans de “Mujeres y Hombres” y “Gandía Shore”. Desde entonces el muchacho está que no para, camina por la calle abstraído en su mundo de pectorales, glúteos y penes varios que cualquier día vamos a tener un disgusto… Según me comenta, basta el intercambio de unos cuantos mensajes – del rollo “¿Por qué zona?”, “¿Más fotos?” o “¿Qué te va?”- para que se produzca el tan deseado encuentro entre ambos congéneres. ¡A tomar por culo! (y nunca mejor dicho). Años de Clásicos Disney plagados de ejemplos del buen cortejo y despliegue de las armas de seducción para que ahora uno vaya y con comprobar que no te lo montas con un paciente de la López Ibor (que no siempre se consigue) consigues un ratito de lujuria y desenfreno. Sexo sin más. Sin artificios ni complicaciones. Así, como si fuéramos un par (o los que se tercien) de bichos salidos de La2. ¡Un despropósito!, ¡válgame Dios!Pero no se crean que esta economía de medios es cosa nueva. Ni mucho menos. Las páginas de contactos (inevitable evolución de los populares chats de los 90) llevan años haciendo de las suyas y facilitando el sexo entre desconocidos. Pero ni cuando la cosa acaba con los pantalones por la rodilla (los plantones, conversaciones prolongadas más tiempo del mínimo aconsejable o bloqueos de whatsapp son más frecuentes de los que a mi amigo le gustaría), este tipo de polvos están exentos de problemas.
Moraleja:¿Alguien quiere enamorarse?PD: Por si acaso, aquí les dejo el contrato pertinente con el fin de evitar posibles disputas y malentendidos.
Por Sergio Mata
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