Rodolfo Duarte - Fotógrafo - Visuales para Be Bloggera
En nuestro caso, luego de tantos años de relación, había mucha comunidad de destino, llamadas por teléfono a deshora, amigos en común, viajes, carretes varios, cumpleaños de la familia, celebraciones cumpleañeras nuestras, nacimiento de sobrinos, la llegada de Jacinta a nuestras vidas, el terremoto, mi cambio de trabajo, sus innumerables ascensos y éxitos, sus desafortunados fracasos, mis éxitos estancados, y mis fracasos diarios, mi estrés diario, almuerzos cotidianos, comunes, poco elaborados, eramos ayudantes de chef cuando nos jurábamos en Hell's Kitchen, la decoración de nuestro departamento, las hamburguesas a deshora, las largas visitas al supermercado, mis clases de manejo en la carretera, la elección y posterior compra de mi primer auto, los besos apasionados, los besos fomes, las cosquillas, las patadas en la noche, las miradas antes de salir a bailar, los bailes tontos en el pasillo del departamento, el cambio de letra de muchas canciones, las bromas que le hacíamos a la Jacinta, nuestros secretos, tantas cosas más. De que había comunidad de destino, la había. La diferencia radicaba en que no era casi tan importante como el amor, era menos importante, y cuando el amor no existe, entonces, ¿igual puedes recurrir a la comunidad de destino?Cuando uno quiere que algo se acabe, es simple, no hay recuerdo que pese, uno se enfoca en el presente y en el futuro y le da pa'delante, sin importar lo que al otro le suceda, sin importar lo que el otro sienta o piense. Y así fue. No hubo recuerdo en estos 4 años de relación, ni en los casi 3 que vivimos juntos, ni en los 10 años de "amistad" que valieran un poco la pena para detenerse y pensar: en verdad, ¿quiero tirar todo a la basura?No hubo ni un argumento para poder derribar esa pregunta, ya no existió el "mira, todo lo que hemos construído", ni el "hemos perdido 8 meses de nuestra vida, pero tenemos 30 años o más para poder estar juntos" (aludiendo a nuestro tiempo separados, en donde, dejo en claro que la Santa no fui yo). Cuando el amor se acaba, cuando la fe se acaba, no hay nada, nada a lo que uno pueda recurrir para salvar esa relación, y es ahí cuando la frase "la esperanza es último que se pierde", justamente, no sirve de nada.