Forjando la leyenda

Por Laocoont

“El que desea sacar la espada es un principiante. El que puede sacar la espada es un experto. El que es la espada misma es un maestro”

- Risuke Otake

Introducción

Hay historias que se cuentan por afinidad, por el simple hecho de que los sucesos van sucediendo – valga la redundáncia – en una cadena de causa – efecto que provoca que sin quererlo uno se encuentre en mitad de un mundo irresistible donde sólo queda una opción, continuar caminando. Muy probablemente uno no se imagina qué se va a encontrar una vez todo halla empezado, mas si uno desconoce el lugar hacia donde se dirige. Un mundo gobernado por la espada, por la espiritualidad, por el arte de blandir un sable. ¿Y sin son más de 100? Entonces, la cosa cambia, convertiendose en una experiencia total e irremediablemente inolvidable.

Argumento

Momohime y Kisuke son los protagonistas de esta historia, dos personajes que se cruzan en contadas ocasiones durante el juego pero que tienen más en común de lo que ellos mismo creen. ¿Qué será aquello que les une? Lejos de conocer la respuesta de esta pregunta, uno inicia la aventura de Muramasa. Dos aventuras, dos personajes, dos mundos completamente iguales pero bajo un prisma totalmente dispar. Kisuke un desmemoriado que debe encontrar el arte Oboro para poder salvaguardar su honor y a su amada, Momohime una princesa poseída por Jinkuro – un samurai – el cual busca la redención y poder ser inmortal.

La historia no es quizás un alarde de originalidad, aunque no estamos ante la típica batalla entre el bien y el mal o el rescate de ninguna princesa atrapada en cualquier castillo. Son dos los argumentos, dos historias de amor escondidas, dos tramas con subtramas que si uno deja que le seduzcan queda atrapado entre batalla y batalla. Un mundo nipón recreado a la perfección, donde el honor y la batalla debe ser protegido ante todo. El Dojo, cobra importancia, al igual que las espadas – auténticas protagonistas del juego – y todo en pro de la experiencia, sublime en pequeñas dosis.

Kisuke, un ninja con pérdidas de memoria, tiene un objetivo claro, dominar el arte maléfico Oboro. Para ello se ha visto obligado a despojarse de lo que más apego tiene, su amada Torahime. Alguien que no parece tener mucha relación en toda la trama pero que tras pasarse el título al 100% llegas a entender la trascendencia de dicho personaje en la historia de ambos. Y es que Kisuke se mostrará inflexible en su camino, sin tener mucho remordimiento en blandir el sable buscando perfeccionar una técnica milenaria.

Monohime, la princesa, vive una vida desdoblada. Por un lado es la dulce princesa que espera casarse felizmente con su amado Yukinojyo Yagyu y por el otro es un guerrero llamado Jinkuro, que después de su muerte usurpa el cuerto de la princesa para conseguir su oscuro ritual que le conducirá a la inmortalidad. Para ello, Monohime se verá en mitada del fragor de la batalla, blandiendo el sable con una experiencia inusual para su estatus, sorprendiendo así a toda su estirpe.

Muramasa The Demon Blade, cuenta con una historia un tanto atípica en su planteamiento, quizás se podría resumir del siguiente modo: “Cuanto más juegas más entiendes” y es que hasta no completar la historia al 100% no llegas a saber la trascendencia que tiene cada personaje que aparece con el conjunto de la historia. Quizás sea dificil explicar en unas pocas líneas la necesidad de entender bien lo que está sucediendo pero Muramasa tiene algo que irremediablemente te obliga a querer más. Aunque puedes correr el riesgo de quedarse sólo con parte de la historia sin llegar a valorar globalmente qué pretende ser contado.

Gráficos

Intentar definir gráficamente Muramasa es algo que más allá de hablar de píxels y grafismo se me antoja complejo. De repente te encuentras imbuido en un entorno que te atrapa, destila gotas de belleza y te sientes realmente cómodo. Son paisajes que reconoces, ya que la cultura nipona del manga así te lo ha sabido trasmitir. Y es que Muramasa me recuerda a esa época nipona centrada en el Edo de Rurounin Kenshin o La Espada del Inmortal, quizás por la temática o simplemente por relación directa.

VanillaWare sabe pincelar y plasmar con una paleta de colores todo aquello que se pretende. Con unos diseños muy conseguidos, que fluyen de tal forma que hacen que uno se olvide que la capacidad gráfica de la consola es bastante inferior a las que “compiten” en el mercado. Quizás sea lo de menos, quizás tampoco cueste tanto montar un título donde se combinen paisajes pintado bajo un lienzo con dos o tres planos de profundidad. Lo que sí está claro es que queda bien, muy bien diría yo y que por suerte cada vez más juegos optan por plantearse opciones más allá de los gráficos preciosistas que buscan mostrar hasta los puntos negros de los protagonistas de la historia.

Hoy en día nos hemos acostumbrado en demasía a ver cualquier elemento lo más acercado a la realidad. No lo critico, e incluso me asombra ver como la tecnología cada vez nos enseña más y mejor. Pero también cabe recordar que éste sector se basa muchas veces en la fantasía, en lo abstracto, en lo imposible, en lo irreal. Y aunque se puede optar por ofrecerlo de las dos formas, se agradece poder vivir una experiencia llena de colores pastel que imbade los sentidos del jugador y que lo atrapa hacia la experiencia final.

Jugabilidad

Cuando se habla de jugabilidad se puede diferenciar entre la experiencia que el juego ofrece por desarrollo y aquella que la consola es capaz de garantizar. Para el análisis se utilizó el WiiMote más el Nunchuck y cabe decir que aunque la experiencia fue del todo satisfactoria, bien es cierto que muchos “gamers” prefieren acercar más sus sensaciones a los arcade de toda la vida, buscando un “classic controller” para avanzar durante el título. En todo caso, se tiene que alabar que el tener un mando preparado para la detección de movimiento se adapte completamente a la perfección a un juego con la dinámica tan prefijada.

Las espadas, el centro neuralgico de Muramasa, da la posiblidad de acometer las batallas de diferente forma. Ya que al poder variar el efecto especial – habiendo uno diferente por cada una de ellas – da la sensación de poder elegir en cada momento aquella que funciona mejor para la batalla. Aunque al final y sin darte cuenta sólo utilizarás aquella que la fuerza sea superior a la anterior sin darle mayor importancia a la habilidad de ésta.

Monótono, quizás es el único pero que se le puede achacar a la jugabilidad. Donde la variedad en combate no pasa de combinar las pocas acciones que pueden realizar nuestros héroes. Eso sí, la variedad de enemigos y sus diferentes mecánicas hacen que los enemigos sean abatidos previa detección del punto débil. Muramasa, no es un juego dificil, al menos en su modo normal. Sólo se debe tener en cuenta el nivel con el que se asume la pantalla. O dicho de otro modo, si no puedes pasarte una fase, insiste y sube de nivel.

Así pues si eres de los que gustas con los títulos donde los combates se sucenden uno tras otro sin parar – aunque cuando tienes prisa es bastante molesto – y disfrutas de “farmear” mientras repites una y otra vez un nivel o alguna zona secreta. Recuerda que Muramasa te va a ofrecer eso y mucho más, como objetos que varían las habilidades de nuestro personaje. Pudiendo escoger entre facilitarte la existencia o retarte a tí mismo para complicarte la vida un poquito más (sin más recompensa que el orgullo própio)

Sonido

La música, los efectos sonoros de espadas chocando, explosiones y la gran cantidad de sonidos que se entremezclan en los combates finales hacen que Muramasa sea un juego atractivo para el oído. Quizás para poder ofrecer al lector una experiencia más objetiva, será de ayuda del correspondiente vídeo con alguna de las canciones que componen la banda sonora. De hecho considero que la música es un elemento que debe ser un plus, ya que un buen juego lo seguirá siendo aunque la banda sonora sea pésima. Cosa que no sudece al revés.

Aunque uno de los aspectos que según mi opinión hace que el título se muestre homogéneo que las convesaciones se muestran en perfecto japonés – aunque por suerte está completamente subtitulado – ya que ayuda a meterse más en un contexto que respira cultura nipona por los cuatro costados. Y salvo alguna garrafal falta ortográfica como es la aparición de la palabra “Abilidad” en el menú general, el resto cumple sobradamente las espectativas.

Conclusión

Muramasa The Demon Blade es un título excelente, es más si eres usuario de una Wii deberías tener dicho título en tu estantería y jugarlo sin ningún tipo de pudor. Ya que las cerca de 40 horas que dura el título justifica la compra – y más ahora que está a precio reducido – por lo que se combierte en una apuesta seguro para la diversión y el entretenimiento. Eso sí, es aconsejable motivarse lo suficiente para ver los finales verdaderos de cada personaje ya que llegas a la comprensión total de la historia mostrada.

Un único pero, la sensación de monotonía que arrastra en muchos momentos el título. Y todo por la necesidad de tener que cruzar los mapas una y otra vez para retomar zonas ocultas o algunas fases de combate desbloqueables. Con todo ello es un juego muy solvente que consigue trasmitir lo que otros no con mucho más presupuesto. Muramasa debe al menos ser tenido en cuenta y sobre todo probado (eso sí más de lo normal y menos de lo frecuente) Un buen juego con el que pasar el rato y soñar.