El amor es un tipo de gas o aire que respiramos a diario y que está presente desde siempre en nuestras vidas.
De niños, no pensamos mucho en ello, pero quizá somos más desmedidos y celosos con el tema. Queremos nuestros juguetes, pocas veces los compartimos y siempre tomamos para nosotros el que más nos gusta. Desde niños ya sabemos lo que queremos y cómo lo queremos, sólo que no entendemos aún el porqué.Y a medida que vamos creciendo, adquirimos nuevas pasiones y nuevos amores.
Vamos dejando las muñecas para enamorarnos de un artista (cantante/actor), porque le vemos tanto en la tele o nos gustan mucho sus canciones. Y es entonces cuando idealizamos a nuestro hombre perfecto por medio de este. Empieza la tormenta emocional y el despertar de las hormonas.
Luego, este amor platónico pasa a segundo plano; luego de ver su reflejo en uno más real y posible. Y entonces ese corazoncito ingenuo e inocente; despierta para enamorarse del chico más raro que jamás hubieses imaginado. El largo, flaquísimo y desgarbado, chico malo y lleno de acné. Pero que es perfecto porque es rudo y rompe las reglas. Y allí inicia el sufrimiento. Porque a él no le gustas tú, porque eres invisible a sus ojos. Y en las noches lloras sin hallar consuelo y tratas de entender ¿Por qué hoy, la primera vez que te miró directo a los ojos, no te saludó ni trato de ser amable? por el contrario, se burló de tu falda sin saber que te la pusiste pensando en él.
Es cuando aprendes la primera lección: el amor no es fácil y el dolor radica en que no corresponden a tus sentimientos.
Pasan los días y aparece la resignación disfrazando las lágrimas. Pero la tensa calma no dura lo suficiente, al experimentar por primera vez; la traición. Cuando ves a quién crees “tu chico” de la mano de otra. Una que pueda que no sea mejor que tú, nis más bella, ni más inteligente. O sí…
Pero que a él le gustó más que tú. ¿Qué le vio? Tal vez lo mismo que tú viste en él.Y allí no acaba todo porque esa revelación trae consigo ese sentimiento de resentimiento y desprecio, que no habías experimentado jamás. Ahora te enfrentas a elegir entre dos opciones:
Aceptas a ese chico que te insiste tanto pero que tú no sabes que verle para enamorarte.
O, desistir de la idea de ese primer amor; por unos años más.Yo elegiría la segunda. Pero esa soy yo.Y pasan los años… dos, tres, cuatro. Los que sean necesarios. Y luego la vida te compensa y te presenta un chico visualmente mejor y mentalmente más centrado. Y conoces el amor verdadero y las cosquillas en la piel con ese primer beso. Y las noches se hacen eternas sin él. Y cada detalle te enamora más y adoras su sonrisa, pero amas la sonrisa permanente que él logra en ti.Y pasan los días y los meses y todo va a mejor y la vida tiene más sentido y las estrellas tienen una función y los suspiros tienen un motivo.
Sin embargo, el amor no es perfecto, en algún momento acaba por algún motivo. Una nueva residencia en otra ciudad, el amor ya no es el mismo, están cansados, aparece alguien más…Sea lo que sea. Esa separación duele más que el primer dolor y allí las lágrimas son menos consolables y pasan días tristes y entiendes con claridad lo que es el desamor.
Y vuelve el tiempo a hacer lo suyo y cuando te recuperas. Todo es distinto. Prefieres no tener compromisos, sólo salir por salir. Nada de ilusionarse con nadie. Disfrutar del momento y tanto más.
Nada que involucre sentimentalismos.
Al fin, después de mil relaciones fallidas, decepciones, licor, tarros de helado, sopas de microondas y litros de lágrimas. Te das cuenta que los años pasaron que estás de más de veinte y cerca de los treinta, que sólo vives para trabajar, tienes un gato o dos, has logrado mucho o poco, que te gustaría un auto mejor. Un viaje, re decorar la casa, más ropa y muchos más zapatos. Que es hora de ir al gym, pero no hay a quién lucirle. Que deberías comer mejor, pero no hay tiempo de eso y que tu apenas tienes una hora para el almuerzo que a veces se aplaza hasta la cena. Que hay que buscar una buena crema anti edad porque ya se marcan ciertas líneas de expresión a causa del trasnocho y otros vicios más o porque nunca te has preocupado por la piel hasta que una mañana la primera arruga te visitó.
Que deberías pasar más rato con tu familia pero que no vas porque sólo preguntan ¿Por qué sigues soltera? Y no entienden tus razones y empiezan a buscar entre sus conocidos un hombre disponible para ti, como si eso fuera asunto de ellos.
Y entonces prefieres seguir en casa, soñando sin quererlo, viendo películas de romance; acompañada de tus gatos, té, galletas, helado y un pijama para la soltería.
No sales ahora tan seguido y habitas en las historias de los libros que lees y evitas tanta red social porque en todas se profesa amor de cierto modo. Y de repente un día, el “buen” Cupido se acuerda de ti o por error de cálculo; hace aparecer en tu vida un nuevo amor, al que le pones todos los peros y contras, basándote en la experiencia del pasado. Pero, parece que a él no le bastan razones y es más testarudo que tú. Y entonces, sus detalles y su forma de ser te empiezan a gustar y de nuevo el amor te sorprende y te inunda los días de felicidad.
Hasta que el amor te pone a prueba y te enfrenta a vivir una relación a distancia y todo este nuevo rumbo es como empezar, otra vez…
Isa Quintín
¡Gracias por leer!