El era un amor imposible, por que solo podía haber un final desastroso para un “nosotros”.
Estaba enamorada de él,
Pero no quería ir con el de la mano,
No quería que me dijera palabras bonitas ni que me invitara a cenar y me pidiera que me pusiera guapa.
Era amor, pero no de esa clase de amor que quiere a la otra persona para sí, ni del que sientes que te rompen el corazón si se van. No, no quería casarme con el y formar una familia, no quería que me llamara por teléfono para hablar durante horas acerca de estupideces, no quería celarlo, ni quería darle explicaciones, no quería presentarlo a mi familia, ni llamarlo “novio”.
No.
Yo le amaba de verdad y el me amo también, pero nunca hubiéramos podido estar juntos, tampoco queríamos, nos hubiéramos destrozado, hubiera sido catastrófico intentar hacer de nuestra relación algo romántico.
Nuestro amor era de esa clase que solo se mantiene a escondidas, sin palabras bonitas, era un amor de sentarnos a leer poesía mientras fumábamos un tabaco, era un amor silencioso, reservado.
Pasábamos horas leyendo en silencio o escuchando música el uno con el otro, era como si pudiéramos ser nosotros mismo en ese espacio que compartíamos los dos… no era un amor de mirarnos a los ojos, era un amor de emborracharnos juntosy escribir poesía, un amor para contarle lo bueno que estaba ese chico de la tienda,y para que el me contara lo pesada que era a veces su novia, Mientras fumábamos, leíamos y follábamos.
Nunca me había enamorado tan profundamente, su alma me tenía cautivada, pero sabíamos que no estábamos hechos el uno para el otro, solo estábamos de paso. Lo sabíamos cuando nos mirábamos a los ojos, cuando sus manos tocaban mi cuerpo, sabía que se iría en algún momento, sabía que me quería, como pocas veces me han querido. Nunca nos lo dijimos, pero los dos lo sabíamos, algunas veces el se quedaba mirándome fijamente, estoy segura de que no sabía que me daba cuenta, pero yo podía notarlo, me miraba con nostalgia, como despidiéndose de mi aunque aún no me había ido, nos despedíamos con cada beso, con cada mirada, nos despedíamos cada vez que hacíamos el amor, cada vez que salía de mi casa, cada vez que lo veía con su novia, la de verdad.
Nunca me puse celosa, nunca me importó ella, no hubiera querido ser ella por nada del mundo, yo sabía que el era mío, y sigue siéndolo.
Aquello no podía terminar bien, no había un lugar para lo que fuera eso que sentíamos, así que terminó pasando lo que era obvio, tuvo que irse, que dejarme, que dejarnos, no se pueden vivir dos vidas a la vez, no se puede amar a dos personas tan diferentes a la vez. estoy convencida de que ella era casi todo lo que el quería, y yo era ese algo, muy pequeño que le faltaba a ella.
El se fue, sin decir nada, tampoco esperaba que lo hiciera, y siendo sincera no me importó demasiado, no me pase noches en vela llorando por el, ni siquiera lloré, aunque he de confesar que un sentimiento de nostalgia me invadió, de repente sentía frío, de un momento a otro comencé a preguntarme “¿y si?”…¿ y si le hubiera dicho que se quedara? ¿y si le hubiera dicho que le quería? ¿y si le hubiera contado que no me imaginaba una vida con el pero tampoco sin él?
creo que yo misma no sabía lo que quería, lo quería a mi lado, por que me hacía bien, a la vez que me hacía mal, podría haber besado sus labios toda mi vida, pero no podría haberme comprometido con el ni medio segundo, podría leer poesía a su lado hasta envejecer y tener tantas sonrisas acumuladas como arrugas en mi cara, pero jamas podría haber tenido hijos que llevaran su apellido… le quería, pero me quería libre a mi misma.
El no era la clase de hombre que sale en las películas, no era el principe azul, ni el chico malote que acaba enamorándote. Simplemente era el, con sus ojos color miel, sin demasiada belleza, con su torpez y su gracia tan peculiar y personal. Siempre sentí que no me dejó conocerle del todo, habían habitaciones secretas en su alma, donde solo el entraba. Estaba lleno de oscuridad, oscuridad que solo el conocía bien, yo nunca quise entrar, ni ir más allá de lo que el me permitía, también yo tenia mis tinieblas, y no eran pocas, nunca tuve ganas de compartirlas con el, pero cuando nos mirábamos a la cara sabíamos quienes éramos, sabíamos que está vida nos había dejado hechos una mierda, y simplemente respetábamos el silencios.
Joder, no se si volveré a sentir algo así.