Creo que es un buen momento para que las empresas e instituciones que nos representan conformen sus organizaciones con personas seleccionadas fundamentalmente por su forma de ser. Si sólo nos fijamos en qué saber hacer, corremos el riesgo de olvidarnos cómo lo hace. Ese cómo es el que le da forma a nuestra acciones. Cómo hacemos las cosas define nuestra forma de ser y nos presenta a los demás como realmente somos. Nuestras capacidades no son el actor principal de la película de nuestras vidas, quien realmente está en primera linea del escenario son nuestras habilidades sociales.
Si te paras a observar a las personas que triunfan de algún modo en la vida, son personas que poseen una determinada forma de ser. Se trata de personas que saben integrar a los demás, que ven en ellos aliados y no enemigos o competidores a los que derrotar. Las formas de ser que más brillan son aquellas que inspiran e iluminan la atención de los demás. Faros en un mar donde todo tipo de comportamientos irracionales navegan sin rumbo, y que pocos llegan a controlar. Quienes los controlan, dominan y utilizan a su favor, son los que poseen ese carisma que despierta el interés de aquellos que les rodean. Los conocimientos están en un segundo plano, es la intuición que su forma de ser ha diseñado la que convierte la realidad en la que vive en un océano de posibilidades por conquistar.
Todos sufrimos los engaños de nuestro subconsciente, singularidades como nuestra tendencia hacia la procastinación, el miedo a la pérdida, nuestra capacidad de adaptación, el despilfarro de nuestra fuerza de voluntad, nuestra sobrevaloración de lo propio, etc, etc, etc,... son características que todo los seres humanos compartimos. La manera de integrarlas en nuestro día a día define nuestro comportamiento, y sin lugar a duda, el comportamiento es la llave que abre la puerta del éxito profesional, pero sobre todo vital.
Las empresas, al igual que las personas, también tiene determinadas formas de ser, toda la lógica y el sentido lleva a pensar que la manera adecuada de construirlas consiste en identificar aquel talento que entiende y comparte dicha forma de ser. De otro modo, la química entre ambas partes difícilmente surgirá y aunque podamos vivir juntos, quizás no podamos maximizar todas las opciones a nuestra disposición. Todo esto suena muy lógico y evidente, ¿pero tú crees que tenemos en cuenta este tipo de criterios a la hora de conformar empresas e instituciones?.
¿Cuánta gente conoces que sepa realmente cómo es?, ¿de cuántas personas podrías hablar que conozcan sus limitaciones y fortalezas?, ¿y que las sepan utilizar correctamente?. Es más sencillo identificar todo lo contrario, personas que no se conocen, que no saben muy bien cómo son, que cuentan con un gran número de puntos ciegos para sí mismos pero no para los demás. Como decíamos antes, en este aspecto, las empresas son como las personas. ¿Cuántas crees que se conocen realmente?, ¿cuántas podrían hablar de su forma de ser?.
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