Si ese colesterol se acumula demasiado en el organismo, puede dar lugar a la aterosclerosis y a enfermedades cardíacas.
Los fitoesteroles de los vegetales y el colesterol de los animales son moléculas muy similares, y cuando se les mezcla se atraen mutuamente.
Cuando se mezclan en el intestino de un animal, las moléculas de colesterol no logran pasar al torrente sanguíneo y son excretadas.
La capacidad de los fitoesteroles para reducir los niveles de colesterol en los animales es conocida desde la década de 1950, pero ha resultado difícil aplicar este conocimiento en la práctica porque los fitoesteroles no son solubles en agua de modo natural, y son escasamente solubles en sustancias grasas.
Ahora se ha descubierto una manera de hacer que las moléculas de fitoesterol de los vegetales se dispersen en bebidas y alimentos de consumo humano, lo que podría abrir el camino a una reducción drástica de los niveles de colesterol en la gente.
La hazaña científica la ha logrado el químico Daniel Perlman, de la Universidad Brandeis, en Waltham, Massachusetts, Estados Unidos.
Perlman posee más de 100 patentes concedidas o pendientes, que ilustran su prolífica carrera como inventor.
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