Fortysomething es el tipo de cosas que veo sólo porque uno de mis actores favoritos es protagonista. En este caso, ese actor es Hugh Laurie, pero la verdad es que el resto del elenco principal de esta serie es, en general, bastante atractivo para todo seguidor de la televisión británica. Repasemos: Anna Chancellor (Spooks, Pride and Prejudice), Benedict Cumberbatch (Sherlock), Peter Capaldi (The Thick of It, Torchwood, The Devil’s Whore) y Sheila Hancock (After Thomas, Bleak House), es decir, un grupo interesante de actores ingleses que han participado en mucha buena ficción proveniente de la isla a lo largo de los últimos años. Y, sin embargo, Fortysomething no funciona, porque por más que haya un buen elenco, cuando la historia es floja, es floja, y no hay nada más por hacer.
Fortysomething fue una serie breve estrenada en 2003 por la cadena ITV que contó con buenos actores entre sus filas, pero también con una historia poco convincente que no ayudó a que la renovaran para una segunda temporada. Veamos: la serie presenta a la familia Slippery, compuesta por papá Paul, que está pasando por una crisis de la mediana edad y siente que la relación con su esposa no es la misma de antes; mamá Estelle, que vuelve a trabajar después de años de sólo dedicarse a la crianza de sus hijos; un hijo adolescente que nunca va a la escuela (aunque debería, según se lo recuerdan constantemente sus padres), y dos hijos de veintipico de años, uno de los cuales es una especie de Casanova que se acuesta con cuanta chica desee… incluida la novia de su hermano mayor. Más adelante también se introducen personajes de los lugares de trabajo del matrimonio Slippery, pero básicamente la historia gira alrededor de Paul atravesando su crisis de los cuarenta, tratando de reconquistar a su mujer y, sobre todo, intentando volver a acostarse con ella luego de quién sabe cuánto tiempo.
En Fortysomething son recurrentes las situaciones insólitas y absurdas que terminan llevando a momentos humorísticos que a veces funcionan bastante bien, y muchas otras veces simplemente no lo hacen. En sí, a mí no me molesta para nada que haya comedias con situaciones extrañas y hasta imposibles, pero lo que jamás me cerró de esta serie fue que sus personajes y las relaciones que se establecen entre ellos fueran directamente poco o nada creíbles. Los papeles de los tres hijos en particular están, para mi gusto, muy exagerados, y por la relación tan abierta que tienen con sus padres con respecto al sexo por momentos parece que ni siquiera fueran los hijos, sino amigos del colegio. Me doy cuenta de que el humor de la serie apunta a crear ese tipo de situaciones, pero a mí el asunto de los hijos obsesionados con el sexo, compartiendo novias, y comprando muñecas inflables al por mayor, no me divirtió.
Cuando Fortysomething recupera un poco la comedia es de la mano de Hugh Laurie y su personaje inocentón que por momentos recuerda bastante a Bertie Wooster, su recordado personaje de la serie Jeeves and Wooster, protagonizada por él y Stephen Fry quien, dicho sea de paso, aquí también tiene una breve participación en un episodio. Si bien gracias a él se recupera un poco la simpatía hacia la historia –porque Paul es tan pavo que da pena, y también porque Hugh es muy divertido-, también es cierto que el hecho de que siempre caiga en la misma pregunta existencial “¿Hace cuánto que no me acuesto con mi mujer?” termina cansando. Lo mismo sucede con otra pregunta de la serie que siempre está a un paso de convertirse en cliché (el “¿No deberías estar en la escuela?” que le formulan los padres constantemente a su vago hijo menor) y otras situaciones similares que se tornan repetitivas.
Otro personaje que destaca sobre todo por ser un estereotipo de villano de comedia es el de Peter Capaldi, que interpreta a un doctor loco colega de Paul. Después de haber visto The Thick of It, es imposible no ver a Capaldi y pensar que en cualquier minuto va a largar una catarata de insultos de todos los colores, pero aunque eso no sucede, sí se encarga de hacerle unas cuantas maldades al crédulo Paul. Capaldi tiene varias escenas divertidas, aunque también otras espectacularmente absurdas y sobreactuadas que hacen que en un punto termine perdiendo la gracia. Sheila Hancock como jefa manipuladora está muy bien, al igual que Anna Chancellor como la señora Slippery y Benedict Cumberbatch, que a pesar de tener una corta carrera en ese momento, ya despuntaba como un buen actor. En sí, reitero, para mí el problema no son las actuaciones sino el guión flojito, que no hay actores que lo salven.
Vi Fortysomething con las mejores expectativas e intenciones del mundo, e intenté verla con la mente abierta para así aceptar que todas las situaciones extrañas que se daban eran parte del estilo del programa, pero a pesar de todo, no me cerró. Si bien es entretenida, me parece que le falta, dentro de lo posible para una comedia que se basa en un humor absurdo y exagerado, algo de credibilidad que sostenga las relaciones y acciones de sus personajes. Si bien la considero fundamental para cualquier fan de Hugh Laurie porque aquí no sólo actuó sino que también dirigió tres episodios, y también porque fue su última incursión en la televisión británica antes de alcanzar fama mundial con House al año siguiente (¿se imaginan si hubieran renovado Fortysomething para una segunda temporada? Quizás Hugh nunca hubiera considerado el personaje de Greg House), no la recomiendo para cualquier espectador casual.
Título original: Fortysomething
País: Reino Unido
Año de emisión: 2003
Cadenas: ITV
Creador: Nigel Williams
Duración: 60 minutos