La historia está ambientada en el Madrid de 1983, en plena movida. Una época apasionante, inestable, incierta, en la que la juventud se creía inmortal, se apasionaba por las drogas y la música y trataba de mirar al futuro, a Europa, a la modernidad, intentando dejar atrás la dictadura franquista. La novela recrea a la perfección la Transición, el ambiente que se respiraba ese año en la capital, no solo musicalmente, sino también políticamente. Con el recién estrenado gobierno socialista y, sobre todo, con los atentados y los secuestros de ETA y el nacimiento de la guerra sucia contra los terroristas con los GAL. El protagonista, y sin duda lo mejor de la novela, es Luis Mainar, un inspector de policía entrañable y humano, solitario y sentimental, honesto y melancólico que pasa sus días intentando evitar un nuevo secuestro, un nuevo atentado, a caballo entre Madrid y el País Vasco, sintiéndose vulnerable, amenazado, pero también rabioso e impotente. Y no solo porque cree que, al menos por el momento, el fin de ETA está demasiado lejano, que es una batalla perdida, sino también por su vida personal. Está divorciado de su ex mujer, Lucía, que vive en Zaragoza junto a Laura, la hija de ambos. Una hija a la que no ve todo lo que le gustaría y no solo porque se lo impide su trabajo, sino sobre todo porque no sabe cómo comportarse con ella, cómo ser padre de una niña subnormal, una niña de seis años que es como un bebé. No habla, no anda, no puede valerse por sí misma. Es como una muñeca rota. Igual que Almudena Montiso, la joven que aparece muerta en el baño del Rock-Ola después de haber estado de fiesta con sus amigos. Una noche de diversión como otra cualquiera: música, alcohol, heroína. Parece un caso más de sobredosis, nada que ver con el trabajo diario de Mainar, pero él no puede evitar obsesionarse con la chica, con sus amigos, con su vida, con el ambiente en el que se mueve, tan desconocido y atractivo para el policía. Así se adentrará en el mundo de la noche madrileña de la mano de los amigos de Almudena. Roberto, Paco, Chema y Luis, los componentes del grupo musical Carta Blanca. Jóvenes que ensayan por afición, por pasar el rato o por la obsesión de alcanzar la fama, el éxito, el dinero. Y sus amigos y seguidores incondicionales: Eva, Gonzalo, Patricia, Beatriz, Álvaro. Todos estudiantes universitarios, todos niños bien, todos jóvenes despreocupados y preocupados únicamente por divertirse. Poco a poco Mainar y el lector irán conociendo a los amigos de la joven muerta en una trama que más que de novela negra trepidante es una investigación policial lenta, floja, que en muchas ocasiones da la sensación no solo de no avanzar sino de no llevar a ninguna parte. El asesino, para mi gusto, se desvela demasiado pronto y las páginas que restan para el final del libro son de relleno, no aportan demasiado a la historia. Una historia con un final, para mi gusto, demasiado abierto, que deja muchos cabos sueltos, muchas subtramas sin cerrar, demasiadas preguntas sin respuesta. Aun así el estilo del autor, sencillo, directo, claro, conciso, me ha gustado, sobre todo por el protagonista, al que se le coge cariño y al que creo que acompañaré en sus otras dos novelas, Días sin tregua y Todas las miradas del mundo.
Pero Luis Mainar no es el único protagonista de esta novela. Porque creo que en esta ocasión el escenario, el ambiente, la movida, el Madrid de 1983 son mucho más que la época en la que se desarrolla la historia, son los protagonistas absolutos de la obra. Yo no viví esa época, nací un año después, en 1984, pero creo que Miguel Mena recrea a la perfección la efervescencia artística y musical que se vivía en la capital esos años. Grupos, conciertos, canciones, locales de moda, emisoras de radio... Todo compone la banda sonora de esta novela, de esta historia que narra el asesinato de Almudena Montiso. Una muerte difusa por culpa del alcohol y de las drogas. Una muerte demasiado confusa, oscura, turbia. Una muerte borrosa, como una foto movida. Si te interesa el libro puedes encontrarlo aquí.