Una de las cosas buenas de los fines de semana es visitar a mis padres. Mi madre es una sobrealimentadora nata. No sólo no se conforma con sobrealimentarnos cuando cocina para nosotros sino que también nos sobrealimenta a distancia. Nos envía comida para dos días como mínimo además de dulces y postres varios. El fin de semana pasado nos hizo una rosca gigante que nos comimos en un solo día, por lo que la llamé para decirle que me iba a poner gordísima por su culpa. Así que este fin de semana como recompensa nos hizo otra aun más grande y más rica. Esta es una pequeña muestra del desayuno del domingo. Por supuesto, hoy no quedan ni las migas.