Esta es “la primera entrega” de una serie de posts dedicados a la fotografía culinaria. Como ya conté anteriormente, no pretendo dar lecciones a nadie, simplemente compartir lo aprendido en dos largos años de “vicio fotograferil”. Y sin más preámbulos...¡empecemos!
Lo primero a tener claro es QUÉ es lo que vamos a fotografiar, y aunque parezca una obviedad, no lo es.
Tenemos un elemento principal: la comida o alimento protagonista de nuestra foto. ¿Qué hacemos con él? ¿Lo acompañamos con algo? ¿De qué?... Evidentemente podemos realizar una foto colocando un elemento simple en medio de una superficie blanca y disparando la cámara. Pero si queremos que la foto, además de buena, gane interés, podemos tener más aspectos en cuenta.
Lo más importante es mantener en mente que la atención del que ve la foto debe dirigirse al elemento protagonista de nuestra foto, y en nuestro caso, debe querer comérselo o prepararlo. ¿No es cierto que cuando ojeamos un libro de cocina tendemos a querer preparar aquellas recetas acompañadas de una fotografía bonita e interesante? Con una buena fotografía el alimento nos parecerá mucho más apetecible o mejor cocinado ¡y sin haberlo probado!
Cuando empiezo a planear una foto sobre una comida que prepararé, o que acabo de preparar, lo primero que me planteo es qué me sugiere esa comida, cual es el tema que envuelve o envolverá dicha comida. ¿Es un tipo de comida familiar, de diario o bien es una comida más elaborada o refinada para una ocasión especial? ¿Es algo que se puede comer distendidamente con las manos o exige una cierta etiqueta? ¿Es un plato ligero y sin complicaciones, o decadente y exquisito? ¿Es una receta típica de un país o lugar determinado? ¿Hay algún ingrediente realmente característico?...
Tomemos como ejemplo la siguiente foto de un salmorejo cordobés.
Cuando hice esta foto acababa de llegar de Córdoba. Allí comimos un salmorejo impresionante, además de pasear por los preciosos patios cuajados de flores. Cuando me dispuse a fotografiar mi salmorejo, lo primero que se me vino a la cabeza fueron las flores y el ambiente andaluz. Por eso lo acompañé de flores rojas, sobre una superficie de madera, y con unos colores que sugieren claramente los de Andalucía: el blanco y el verde. La cuchara, también de madera y la tostada al lado, nos invitan a probarlo inmediatamente.
Es importante que aquellos accesorios que utilicemos para dar interés no sean o los hagamos “tan” interesantes que desvíen la atención del elemento principal. Es más sencillo utilizar pocos elementos pero bien elegidos, que un sinfín de complementos que distraigan la atención. Es una buena idea tener papeles de diferentes colores o motivos para utilizar como fondo, y como no vamos a comprar juegos de platos o de cubiertos cada vez que queramos hacer una foto, podemos adquirir “un” plato, “un” vaso, “una” cuchara... que nos gustan y al cabo del tiempo hacernos con un buen surtido que utilizar en nuestras composiciones.
Otro aspecto a tener muy en cuenta es el color. Cuando estudiaba en la facultad, en la asignatura de arte, solíamos preparar tarjetas de colores que combinábamos para crear conjuntos cromáticos que nos resultaran interesantes o sugerentes. Todavía los recuerdo, y son verdaderamente útiles.
Normalmente me gusta contrastar los colores de los elementos de la fotografía con el elemento principal, eso hace que la atención se fije en el alimento a destacar. Acudiendo de nuevo al ejemplo de la imagen anterior, quise destacar el color rojo del salmorejo contrastándolo con el fondo verde del plato, complementándolo con otros colores más neutros como el marrón de la madera o el blanco del bol.
También podemos utilizar la misma gama de colores con distintos matices para crear una foto armónica y agradable, como en esta foto con distintos “rojos”.
Otras veces prefiero utilizar exclusivamente un fondo blanco o negro para crear un espacio “vacio” y de nuevo llamar la atención sobre aquello fotografiado. El negro es un color complicado, ya que enseguida aparecen brillos o reflejos indeseados. Es un buen truco utilizar un fondo de terciopelo o fieltro negro, funciona bastante bien.
Me gustaría terminar con otro ejemplo bastante claro:
Esta es una foto de un cupcake con crema de merengue y mantequilla a la vainilla.
Evidentemente es un dulce más complicado y especial, incluso un poco “barroco”. Utilicé como fondo un papel azul contrastando con el amarillo suave de la crema, con motivos bastante elaborados en tonos dorados . El plato, aunque de un color blanco roto neutro, combina el diseño de suaves ondas con el fondo y el cupcake. La vara de vainilla nos da una idea de uno de los ingredientes del dulce. Creo que es una foto sencilla, pero agradable y armoniosa.
Espero que todo esto os pueda dar alguna idea que os guste u os inspire. No soy más que una aficionada loca por la fotografía, por lo que si tenéis cualquier tipo de sugerencia o duda, por favor dejadme un comentario o mensaje.
En el próximo post: A VUELTAS CON LA COMPOSICIÓN.