Fotografía culinaria: Trucos para mejorar la apariencia de los platos

Por Soniaif

Esta es “la cuarta entrega, primera parte” de una serie de posts dedicados a la fotografía culinaria. Como ya conté anteriormente, no pretendo dar lecciones a nadie, simplemente compartir lo aprendido en dos largos años de “vicio fotograferil”. Y sin más preámbulos...¡truquemos un poquito!

Siempre que cocino intento hacerlo con esmero y amor por dos sencillas razones. La primera: siento un enorme respeto por aquello que nos nutre a mi familia y a mi. La segunda: disfruto comiendo, como una loca. De nada me sirve un maravilloso asado con restos de betún marrón para que parezca más dorado, una jugosa y fresca ensalada con aderezo de glicerina, ni un refrescante helado con relleno de puré de patatas. ¡Qué nadie se asombre! Todo estos “trucos” son de los más sencillos de entre las mil artimañas con las que cuentan los estilistas profesionales de la fotografía gastronómica. El simple hecho de realzar el color de un gazpacho con colorante rojo por ejemplo, es tan inocente como un juego de niños.

Sin llegar tan lejos, de vez en cuando no está mal contar con alguna inofensiva argucia para que nuestras fotografías gastronómicas queden más bonitas y sugerentes. Los dos primeros de los siguientes “trucos” están basados en el sentido común, aun así, entono el “mea culpa” y reconozco haberlos olvidado algunas veces.

Todo listo antes del disparo final.

La fotografía gastronómica no es fácil. Se dispone, muchas veces, de poco tiempo. Casos complicados hay muchos, a saber: decoraciones de chocolate que se estropean con el calor, nata que se desmonta en un verano de justicia, verduras frescas que se quedan mustias en un santiamen, crujientes fritos que al cabo de un rato tienen un sospechoso aspecto grasiento, el helado que gotea sin parar... y entre los casos más curiosos esta éste: ¿Por qué se ve en la foto que el filete se ha quedado “tieso” tras media hora de esperar en el plato a ser fotografiado? o bien ¿Quién ha sido tan valiente de intentar fotografiar un soufflé?

Solución: tenerlo todo listo antes de llevar al “protagonista” a escena. Tendremos preparado el escenario, el atrezzo (es decir, todas aquellas pequeñas cosas que complementan la foto: cubiertos, platos, vasos, servilletas, trapos, flores, manteles, lo que sea), la luz preparada, el trípode y cámara en su lugar, y si es posible utilizaremos un sustituto lo más parecido posible (en cuanto a color y tamaño) a lo que vamos a fotografiar. Haremos unas cuantas tomas para medir luz, corregir encuadre, y ver si todo está en su sitio. Cuando estemos satisfechos será el momento de la fotografía “de verdad”.

Mirar y ver, ver y mirar.

Me ha pasado más de una vez, que al hacer un retrato en exteriores, estaba tan pendiente de la persona a fotografiar, que por mucho que hubiera mirado no he visto ese cubo de basura tan decorativo que había detrás, o la camioneta destartalada que estaba a punto de pasar...

Antes de disparar debemos comprobar que todo lo que vayamos a utilizar esté libre de manchas o huellas de cualquier tipo, los platos, vasos o cubiertos secos y limpios. Puede ser que detrás de la cámara no lo veamos, pero en la fotografía final parece que alguien ha puesto una lupa a propósito, o un dedo acusador señalando el despiste. En la siguiente foto hay un fallo, a mi entender garrafal, del que sólo me di cuenta una vez editada y publicada en flickr... ¡¡¡ una de las ramas de olivo está al revés!!!

En este sentido también es bastante conveniente que sirvamos la comida que vayamos a fotografiar en el último momento, y en el plato o fuente ya colocado en su sitio final para no volver a moverlo. Más de una vez he servido una sopa o crema en un plato, lo he llevado al “escenario” de la foto, y al moverlo han aparecido unos rebordes horrorosos difíciles de eliminar.

Caliente y frío

Un truco sencillo para hacer que un plato parezca caliente y recién hecho es untarlo con un poquito de aceite vegetal. Unos tomates asados por ejemplo, que se han sacado del horno hace un rato y comienzan a secarse, quedarán perfectos con una capita de aceite de oliva, y darán la sensación de “calor”.

Por el contrario, nada mejor que pulverizar agua sobre un alimento para que parezca más frío, más fresco. ¿No es cierto que ante la foto de una bebida refrescante, con sus gotas de agua resbalando por la botella, estamos seguros de que acaba de salir de la nevera? Si vamos a fotografiar una ensalada, por ejemplo, podemos probar a hacer la foto sin aliñarla y pulverizando un poquito de agua sobre ella. En cambio, si queremos que en nuestra fotografía, queden bien definidos dorados “chorretones” de aceite de oliva, por favor, olvidad lo del agua...

Otros posts de la serie fotografía culinaria:

Fotografía culinaria I: ¿Qué vamos a fotografiar?

Fotografía culinaria II: A vueltas con la composición

Fotografía culinaria III: Equipo simple, pero eficiente

Continuará...

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