En un cuento Tagore definía a un personaje como una de esas personas poco útiles, que viven más de sus aficiones que de sus quehaceres.
Y yo tengo varias aficiones. Una de ellas, la fotografía.
Eran noches enteras de olores, de música en la radio y colegas, Fermín y Carlos, hermanados los tres. Las películas secándose tendidas con pinzas de la ropa. Tiempos que no volverán, cierto, pero que posiblemente nos permiten analizar la fotografía con una perspectiva diferente de la de un joven que sólo realiza fotografías con su teléfono y las comparte en una red social, donde se disuelven y olvidan de inmediato, en una marea digital incontenible y frenética.
La fotografía no es hacer fotos. Tampoco – esto es importante - hacer buenas fotos desde un punto de vista técnico. La fotografía es otra cosa y, en esencia, nada ha cambiado. Las mismas normas de hace 30 años rigen hoy.
Empecemos, pues, por el principio. Por la cámara.
1. Lo que importa en una cámara de fotos
Lo que voy a decir les puede sonar extraño, porque a menudo será lo contrario a lo que lean o escuchen. Es mi humilde opinión, basada en mi propia experiencia.
La fotografía comienza y termina en un mismo punto: el ojo y la mente del fotógrafo. Lo que un fotógrafo hace es congelar un instante de luz y sombras, de colores y matices, en una composición prevista e irrepetible. Como el tiempo no se detiene ni nada permanece inalterable no hay una fotografía igual a otra; la imagen es el resultado final de un proceso creativo consciente, una manera de arrebatarle a lo corpóreo una parte de su esencia. El motivo, encuadre, enfoque o la profundidad de campo, aspectos de los que hablaremos más adelante, son como instrumentos de una orquesta que suena al unísono y se funden en un único sonido.
A la fotografía esporádica e inconsciente, la que se hace en modo automático sin pensar demasiado en el significado de lo que se hace no la llamaremos fotografía. La llamaremos hacer fotos. Si tal es su caso, lo que sigue no le resultará útil, porque no percibirá la compulsión de asimilar unas cuantas nociones básicas, del mismo modo que yo, muy torpe de movimientos desde que tengo memoria, no alcanzo siquiera a imaginar las sensaciones que despierta el control corporal durante la danza. Y, quiero dejarlo claro desde el principio, en este artículo no hablo de hacer obras de arte. No. Es mucho más simple. Puedo realizar una fotografía perfecta con una cámara de 3.000€ y otra no tan buena con una cámara de 200€ y, sin embargo, sólo la segunda puede ser fotografía. Y es posible que sea fotografía porque hay una intención en el desencuadre, un ligero desajuste en el enfoque o un desequilibrio en la exposición. Sus “defectos” le confieren alma, sentido, propósito.
Por todo ello, la parte más importante de una cámara es el visor, la ventana a la que nos asomamos a una realidad alternativa que pretendemos atrapar. Se pueden hacer fotos desde una pantalla, cierto, pero el visor nos ayuda a aislarnos de todo lo que no sea el objeto de nuestra intención: la imagen que pretendemos fotografiar. Para hacer fotografía utilizamos el visor como vínculo personal – intransferible – con un paisaje, un objeto o un rostro.
Los objetivos brindan distintas distancias focales. Partamos de una visión similar a la humana; en términos de fotografía (en película de 35mm, que era la estándar hace años) hablamos de un objetivo de 50mm. Las fotografías que haga con una lente de 50mm plasmarán una imagen parecida a la que produce la visión humana.
Se puede ampliar la distancia focal. Por ejemplo, si quiero fotografiar un paisaje necesito unos ángulos de captura más amplios, para que todos los elementos entren en la fotografía: el árbol a mi derecha, la casa al fondo, las montañas en el horizonte y el cielo con nubes. La imagen se amplía. A estos objetivos se los denomina Gran Angulares, y tienen un valor de entre 12 y 35mm. Cuanto más bajo es el número, más amplia es la distancia focal. Más cosas caben en la foto.
Sin embargo, hay un “pero”. Los objetivos con distancia focal fija suelen ser mejores, dan mejor resultado que los objetivos con distancia focal variable. De hecho, hay una regla que debería tener en cuenta: cuanto mayor sea el rango focal disponible más dudas plantea la calidad de la óptica. Un objetivo 24-600mm (que abarca todo el rango posible entre estos dos números) tendrá una merma en la calidad óptica frente a un conjunto de lentes fijas. Aunque, como veremos, puede haber excepciones.
Observará que hay otro número en el objetivo. Viene precedido por la letra f. Es la luminosidad. No entraré en demasiado detalle; la lente tiene una especie de pupila que se abre y se cierra permitiendo que entre más o menos luz. Es el diafragma. Cuanto más pequeño es el número f, más luz puede entrar, más luminoso es el objetivo. Por ejemplo, un objetivo f/1,8 es muy luminoso.
Si tengo un objetivo con una luz alta (un número f bajo) puedo hacer fotografías con menos luz sin necesidad de disminuir la velocidad. Lo veremos enseguida.
El tercer elemento de la cámara digital es el sensor: el lugar donde la luz se transforma en información que puede procesarse. Y en este punto, lo que importa es el tamaño. Cuanto más grande es el sensor, mayor la calidad.
Y en esto, el gran engaño: el tamaño del sensor no tiene nada que ver con el número de megapíxeles. Una cámara puede ofrecer 16 megapíxeles y, sin embargo, tener un sensor diminuto. Esto es contraproducente, porque significa que obligamos a un sensor pequeño a procesar imágenes más grandes. Y la calidad se resiente.
Es difícil entender por qué las tiendas ofrecen información sobre los megapíxeles como si fuese relevante. A partir de 5 u 8 megapíxeles usted podrá realizar ampliaciones bastante grandes. Si pretende colgar un letrero publicitario necesitará más capacidad, pero no creo que sea su caso. Por tanto, a la hora de adquirir una cámara olvide los megapíxeles.
¿Cuántos tamaños de sensor hay? Muchos. Las compactas pequeñas tienen sensores con una relación de 1/2,3 o 1/1,7. Son sensores muy pequeños, y la principal razón por la que las cámaras compactas tienen problemas para realizar fotografías buenas en condiciones difíciles. No se puede correr demasiado con el motor de un utilitario pequeño.
A partir del valor 1 el sensor ofrece más garantías. Hay unas cámaras denominadas “cuatro tercios” con un sensor de 17,3 x 13mm.Las réflex más normales, Canon o Nikon, que pueden adquirir en un centro comercial, tienen un sensor de 23,6 x 15,7mm. Y las cámaras profesionales tienen un tamaño de 36 x 24mm, equivalente a una película de 36mm. Se les denomina “full frame”, y cuestan miles de euros.
En definitiva: un buen visor para poder ver las imágenes nítidas y a tamaño real, unas lentes de calidad, que nos permitan hacer todo tipo de fotografía, y un sensor lo bastante grande como para poder exigirle una buena respuesta.
Y ahora viene la pregunta: ¿Qué cámara me compro?
2. Elegir el equipo fotográfico.
Para responder a esta pregunta conviene hacer a su vez algunas preguntas: ¿qué tipo de fotografía suele realizar? ¿Sólo de vacaciones, esporádicamente? ¿Tiene previsto ampliarlas e imprimirlas? ¿El peso del equipo es un factor importante? ¿Y el dinero?
Si usted tiene un presupuesto holgado y no le importa el peso, vaya a una tienda especializada y compre una Nikon o Canon “full frame” con un equipo de cuatro o cinco lentes de alta gama que le cubra todo el rango focal. Hablamos de unos 8.000 €. Lo más caro son los objetivos.
Pero puede haber alguien interesado en hacer fotografía sin gastar demasiado dinero, que quiera un equipo que pueda llevar a menudo, no sólo de vacaciones, que esté dispuesto a practicar con las funciones de disparo manuales y experimentar la fotografía en estado puro. No le apetece cargar con demasiado peso ni puede gastar miles de euros, pero quiere un equipo digno.
¿Qué le propongo?
¿Inconvenientes? El visor no es comparable al de una réflex de alta gama, y el sensor se sitúa a un nivel intermedio. Pero lo peor, con diferencia, es la lente. Con la 18-55 y una luz f 3,5-5,6 sólo podrá hacer con garantías fotos de paisaje y de grupo con buena luz. Son máquinas que incorporan un buen software de efectos y filtros, cierto, pero la experiencia fotográfica con tales objetivos es limitada.
No merece la pena (en mi opinión) adquirir un equipo de lentes más versátil para este tipo de cuerpo. Van a cargar con el peso de dos o tres lentes que, en el mejor de los casos, aumentarán el coste en más de mil euros.
Hay una alternativa a estas réflex básicas: se llaman las cámaras “bridge”, y han avanzado mucho tecnológicamente. Si quiere iniciarse en la fotografía sin hacer un gran desembolso pero quiere una cámara que le permita hacer todo tipo de fotografías y con la que aprenda a encontrar su “propia mirada”, yo optaría por esta segunda opción.
Les propongo un modelo reciente, la Lumix DMC-FZ1000EG-K.
El visor OLED con 2,4 millones de puntos no pretende competir con el de una réflex de alta gama, pero sí resiste la comparación con el de una réflex barata.
La lente es una joya, y es la razón por la que la recomiendo. Firmada por Leica, nada menos, unos de los fabricantes más prestigiosos del mundo, y que permite hacer fotos en un rango que abarca de los 25 (gran angular) a los 400mm (teleobjetivos). Es como llevar siete objetivos encima. La luz es excelente, de f2,8 a 4. Permite enfocar y hacer fotos a 3 centímetros, lo que incluso nos acerca a la experiencia de la fotografía macro. He manejado este tipo de lente en muchas ocasiones, y el resultado es más que digno. A pesar de su enorme rango focal, ofrece imágenes con una profundidad de campo sorprendente y pocas aberraciones.
Por si fuera poco, la cámara graba video de calidad 4K; es decir, con una resolución mucho mayor que el HD, y viene con wifi y NFC, una opción útil en más de una ocasión. Dentro de 10 años la calidad 4K será la norma en las televisiones domésticas, y agradeceremos tener una cámara que grabe un cumpleaños en un formato tan poderoso. Por ejemplo, podremos hacer grabaciones a cámara lenta, que resultan sorprendentes en el caso del movimiento de los niños jugando. Pruébenlo.
Lo que importa: con este desembolso lo tienen todo. Es una cámara que permite un uso manual, con un control absoluto sobre velocidad y apertura, con la posibilidad de elegir la temperatura de color, cambiar los ISO, dispara en RAW para luego editar, etc. Tan sólo deberán comprar una o dos baterías de repuesto; en este tipo de cámaras las baterías “vuelan”. Las hay no originales por 12 €.
Por cierto, tienen cámaras “bridge” con sensor más pequeño desde 170 €. E incluso menos.
3. Hacer fotografías
Ya tienen su equipo, y es hora de empezar a hacer fotografías.
Antes: en las cámaras suele haber dos ruedas que controlan la velocidad de obturación (el tiempo que la cámara está “abierta” y recibe la luz) y el diafragma (lo ancha o estrecha que es la pupila). La cámara les ayudará a ajustar ambos parámetros para que la fotografía salga bien. Por lo general, si entra más luz la velocidad debería ser mayor. Si entra poca luz porque anochece, para compensarlo la velocidad debe bajar.
Sólo tiene que ajustar la velocidad hasta que la cámara le indique que la exposición es correcta. Un nuevo consejo: procure no disparar a velocidades inferiores al rango del objetivo. Es decir, si dispara con 200mm elija una velocidad de al menos 200
Imagine. Quiere hacer una foto de una cascada, o de un río. Pero no quiere nitidez en el agua, sino todo lo contrario. Pretende conseguir un efecto en el que el agua adopte la forma de una nube difusa. Para ello deberá jugar con la velocidad de apertura de su cámara, y darle un rango muy bajo. Es decir, puede solicitarle a su obturador que permanezca abierto un par de segundos. Tiempo suficiente para que el agua se difumine.
Por cierto, como opción económica y práctica venden trípodes diminutos que caben en el bolsillo y se pueden utilizar para estabilizar la cámara.
Antes he dicho que la cámara nos indicará si la exposición es correcta. Pues bien: a menudo no haremos caso a estas mediciones. La fotografía tiene mucho de incorrección y libertad. Por ejemplo, en una foto tomada en blanco y negro a unos utensilios de un herrero, quise a propósito que la foto saliese más oscura, con más contraste de luz. Los colores del acero salían más densos, transmitiendo fuerza y dureza.
Primero, porque ello nos permitirá aumentar el efecto que supone definir el objetivo de nuestra fotografía sobre un fondo difuso. Con el teleobjetivo la mirada se enmarca con claridad frente a la bruma indeterminada del fondo. De nuevo, juego con la oportunidad de tener una lente que me permita hacer todo tipo de fotografías y generar una profundidad de campo idónea.
Por cierto, ¿hay fotografías inconvenientes? En un espacio público ¿hay imágenes que debemos abstenernos de tomar? En la Puerta del Sol de
Se agolpan las ideas en un texto que ya resulta demasiado largo. Puede jugar con el ISO (la sensibilidad) de la cámara para procurar una mayor o menor nitidez. Por ejemplo, en un rostro del que queremos atrapar años, experiencias e imperfecciones un poco de “grano” puede resultar útil. Por ello hablaba antes de que no se trata de hacer la mejor fotografía desde el punto de vista técnico. Si así fuera, pondríamos la cámara en automático. Por cierto, no fuerce el ISO por encima de 6.000. Con este tamaño de sensor, es una temeridad.
Más ejemplos. Observen esta fotografía. Estaba paseando por una zona rural de Segovia y tomé esta imagen en blanco y negro. Por cierto, la realicé con una cámara bridge de hace 12 años y un sensor minúsculo.
No es más que unas herramientas de labranza en un descampado. Sin embargo, parece otra cosa. Esta fotografía existe porque llevaba mi cámara Lumix, ligera y fácil de usar. Hoy utilizo otra distinta, también una sin espejo; una Olympus OMD EM1. Pero les aseguro que la cámara no es lo importante. Lo que realmente importa es pasear, ver una estructura de acero que guarda una simetría y que pide una foto en blanco y negro un tanto oscura en un día nublado. Sin más.
¿Conviene utilizar filtros en los objetivos? Antes utilizábamos un filtro UV en las cámaras analógicas, pero el efecto sobre las digitales es nulo, a pesar de lo que diga la caja del filtro. Sin embargo, estos filtros transparentes nos sirven para proteger el cristal de la lente de un accidente. Pero ojo: es poco razonable tener una lente de buena calidad y colocarle un vidrio de 8 €. Para eso, mejor no poner nada.