Cuando la ajetreada y dolorosa jornada llegaba su fin volvía a casa caminando por la zona del Congreso Nacional y en medio de una soledad que parecía salida de un film de Pino Solanas, el azul cobalto de las columnas y las imágenes sin sonido que se proyectaban sobre la fachada principal del edificio me devolvieron una escena cinematográfica que parecía proyectarse para mí y para los pocos pasajeros de un autobús que pasó frente a mis ojos y que quedaron atónitos ante la sucesión de imágenes del ídolo que, en la penumbra de la noche, ya parecía un fantasma dando su última vuelta antes de partir al universo.
Acá les comparto algunas de las imágenes que se proyectaron para recordar al ídolo recientemente desaparecido. Buenos Aires siempre nos sorprende.