Admito que tengo debilidad por esas escenas callejeras del Madrid antiguo en las que nadie mira a cámara. Instantes atrapados en el tiempo por gracia y obra de un acertado fotógrafo, una intuición que nos permite, un siglo después de que se tomase la fotografía, hacernos a la idea de cómo era el día a día de aquella ciudad.
Nos encontramos a espaldas de la Diosa Cibeles, una original vista que nos permite divisar los primeros metros del Paseo de Recoletos. A día de hoy esta imagen sería de alto riesgo o imposible porque nadie se puede ubicar en este punto para hacer una foto sin ser atropellado. Pero el Madrid de 1914 nos permitía estas licencias, caminar por donde uno quisiera, instalar su trípode y su cámara y disparar el objetivo a su antojo.
Esta escena, aunque a simple vista no lo parezca, está plagada de detalles que nos incitan a sumergidos en ella. ¿Qué me decís de la hermosa reja que rodeaba a la fuente? ¿Y de ese niño que mira fascinado a la Diosa? Por no hablar de esa vetusta farola, hoy desaparecida, o del suelo adoquinado o de aquellos voluntariosos peatones que, al fondo, parecen querer reanimar la marcha de una carreta con sus empujones. Os invito a que os detengáis unos instantes más en esta fotografía antigua de Madrid, procedente del Archivo Ruiz Vernacci e imaginéis qué sentiríais al formar parte de este lienzo en blanco y negro.
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