Con un extraño aire de melancolía y soledad, a la que no os tiene acostumbrados. Así se nos muestra la Puerta de Alcalá en este revelador documento, una foto que nos hace retrocedes a sus orígenes más funcionales. Cuando era un acceso de Madrid, cuando a sus espaldas, se ofrecía la nada. Cuando no podía imaginar la intensa vida que le esperaría décadas más tarde, cuando sus retratos fueran a color y los coches, su principal compañía.
Esta preciosa fotografía obra de Laurent nos hace regresar a 1875, estamos hablando de un excelente documentalista gracias al cual y a su trabajo, podemos ahora entender como era Madrid y otras tantas ciudades a finales del Siglo XIX, merced al fantástico legado que nos dejó. La Villa y Corte protagonizó muchas de sus instantáneas y es precisamente ahora, casi un siglo y medio después, cuando más sorpresa provocan. Cuando las diferencias con la actualidad no pueden ser más notables.
En esta incómoda soledad de la Puerta de Alcalá no colaboran ni ese rudimentario banco de piedra, ni las inexistentes aceras, ni los raquíticos troncos de los árboles que, parecen quebrarse con nuestra simple mirada. Unos metros por delante, varios parroquianos disfrutan a los pies del insigne monumento, seguramente sin saber que estaban siendo protagonistas de un instante único de la historia de Madrid.