Fotovoltaica como solución, no como problema

Por Jumanji

El Fondo Monetario Internacional al analizar la situación económica de España valoró positivamente las medidas tomadas pero reiteró al Gobierno la necesidad de disponer de un plan B de contingencia por si la planificación efectuada no se ajustaba a la realidad. Nuestro país también necesita en el sector energético un plan B para afrontar los problemas de seguridad de suministro y de incremento de emisiones

La altísima dependencia exterior para satisfacer nuestras necesidades energéticas -en 2009 importamos el 88% de la energía primaria- provoca debilidad económica y política. En el futuro el precio de la electricidad se verá más lastrado por la dependencia del gas argelino y las obligaciones de consumo de carbón nacional que por el coste de las energías renovables.

La fotovoltaica debe constituir una parte esencial de ese plan B que mediante recursos autóctonos reduzca la dependencia de las importaciones energéticas y las emisiones de CO2. Aunque nos lo quieran hacer creer, los problemas de la tecnología fotovoltaica en España no son diferentes a los de Francia, Italia o Alemania. Lo que difiere radicalmente son las soluciones. Aquí, en contra del más elemental sentido común, Industria ha decidido paralizar el sector fotovoltaico negando a nuestro país la posibilidad de liderar una tecnología que está a la cabeza del cambio de modelo energético. Baste decir que se estima que este año el mercado fotovoltaico internacional crecerá un 15% y la potencia fotovoltaica instalada aumentará un 40% en todo el mundo.

Ante el evidente cambio de modelo que se está produciendo a nivel mundial, algunos agentes interesados culpan a la fotovoltaica de todos los males del sistema eléctrico, como si éstos no existieran con anterioridad [Nota de Jumanji: ver Un exceso de 2.500 millones]. Obvian además que paralizar un sector en auge será algo a lamentar en el futuro, cuando estemos fuera de los mercados internacionales y debamos enfrentarnos a graves problemas de suministro energético a medida que los precios de los combustibles fósiles se disparen.

Los planes de reestructuración económica de China y EE UU o los objetivos ambiciosos de la UE para 2020 coinciden en apostar por las energías renovables para reactivar la economía y evitar una mayor dependencia energética. En España no solo no se apuesta por este camino sino que se ha producido una campaña de descrédito contra la fotovoltaica, tecnología identificada por los principales organismos internacionales como la más prometedora. El motivo de estos ataques es que las renovables son el primer generador de electricidad de nuestro país por delante del gas, la nuclear y el carbón. La fotovoltaica, además, ha demostrado que el cambio de tendencia en el sector energético es imparable.

El Ministerio de Industria, del que han surgido algunas acusaciones infundadas sobre el sector, parece que pretende destruir el entramado industrial que aún resiste a sus cambios legislativos y a la incertidumbre regulatoria que genera. Los últimos mix energéticos presentados por Industria suponen reducir el cupo anual fotovoltaico a 280 MW frente a los 476 previstos por la regulación que el mismo equipo ministerial aprobó en 2008. A ello hay que añadir que las últimas medidas mantienen abierta la posibilidad de aplicar medidas retroactivas.

La fotovoltaica posee unas cualidades diferenciales que la hacen especialmente atractiva dentro de las tecnologías de generación renovables. Su capacidad para el autoconsumo y la generación distribuida, las opciones que introduce para la integración arquitectónica y el coche eléctrico, promoviendo de forma efectiva el ahorro y la eficiencia energética, y el pujante mercado internacional justifican una apuesta clara por esta tecnología.

Nos ha costado muchos años de esfuerzo desarrollar una industria nacional fotovoltaica, que se ha consolidado como un referente mundial, generadora de empleos especializados de alto valor añadido. Un sector con una fuerte implicación de la innovación tecnológica y la investigación, dos de los principales motores que serán los que nos lleven a la recuperación. Dejar caer un sector que tanto esfuerzo y dinero nos ha costado crear cuando todos nuestros competidores dan pasos decididos hacia delante será una decisión que lamentaremos. La fotovoltaica, por su importancia presente y futura, no debe desaparecer en silencio. Al contrario, debe convertirse en uno de los pilares de la recuperación. La fotovoltaica no debe ser un problema, precisamente porque es, junto con las demás renovables, una parte muy importante de la solución.

Fuente: Javier García Breva, Presidente de la sección fotovoltaica de la Asociación de Productores de Energías Renovables-APPA, para CincoDías