Four rooms (varios, 1995. EEUU): divertimento coral e hipercinéfilo que empieza muy flojo y que acaba elevando el interés hasta cotas moderadas gracias al talento de dos de sus creadores, Quentin Tarantino y Robert Rodríguez, por entonces enfant terrible del cine americano y con un marcado carácter vanidoso (el personaje que interpreta bien podría ser él mismo). Una criatura creada por cuatro cineastas independientes americanos, el mencionado Tarantino, Rodríguez, Allison Anders y Alexandre Rockwell, convertidos en esos años en estrellas gracias al festival de Sundance y de los que sólo Tarantino hace lo que le da la gana actualmente; el resto, lo que más o menos quieren… o pueden. Una historia en cada una de las cuatro habitaciones de un hotel, todas ellas con el único nexo del botones del lugar, interpretado por Tim Robbins, ya visto en anteriores propuestas tarantinianas. Las dos primeras son poco menos que horribles, aunque las dos últimas (las creadas por Rodríguez y Tarantino, respectivamente) despiertan cierto interés, sobre todo la última, titulada El hombre de Hollywood, en clara referencia a The man from the South, uno de los sketches televisivos más famosos de Sir Alfred Hitchcock. El tercer episodio, The misbehavers, de Rodríguez (Abierto hasta el amanecer, Desperado, The faculty) es el que mejor dirigido está.
Four rooms (varios, 1995. EEUU): divertimento coral e hipercinéfilo que empieza muy flojo y que acaba elevando el interés hasta cotas moderadas gracias al talento de dos de sus creadores, Quentin Tarantino y Robert Rodríguez, por entonces enfant terrible del cine americano y con un marcado carácter vanidoso (el personaje que interpreta bien podría ser él mismo). Una criatura creada por cuatro cineastas independientes americanos, el mencionado Tarantino, Rodríguez, Allison Anders y Alexandre Rockwell, convertidos en esos años en estrellas gracias al festival de Sundance y de los que sólo Tarantino hace lo que le da la gana actualmente; el resto, lo que más o menos quieren… o pueden. Una historia en cada una de las cuatro habitaciones de un hotel, todas ellas con el único nexo del botones del lugar, interpretado por Tim Robbins, ya visto en anteriores propuestas tarantinianas. Las dos primeras son poco menos que horribles, aunque las dos últimas (las creadas por Rodríguez y Tarantino, respectivamente) despiertan cierto interés, sobre todo la última, titulada El hombre de Hollywood, en clara referencia a The man from the South, uno de los sketches televisivos más famosos de Sir Alfred Hitchcock. El tercer episodio, The misbehavers, de Rodríguez (Abierto hasta el amanecer, Desperado, The faculty) es el que mejor dirigido está.