Foxxie I

Publicado el 29 abril 2016 por Key Hunters @zapatoalacabeza
Un día, hace unos cuantos meses, salí a cenar con unos compañeros de trabajo. Éramos un montón pero yo estaba de palique con Pirelli, que me hablaba a voces porque estábamos en un pub y ahí no se oía nada.
Pirelli coge una patata frita y continúa a gritos por encima de la música con la conversación que estamos teniendo acerca de mi suerte con el alojamiento en Londres y en general sobre el amargo mundo de los pisos compartidos.
Pirelli - Yo tengo un compañero de piso que se come mis plátanos. Y me pone de los nervios. El otro día me cabreé tanto que entré en el grupo que tenemos en whatsapp los ocho que vivimos en casa y puse "¡¿Quién cojones se ha comido mis plátanos?! ¡Otra vez, joder!" y empezaron a responder todos: "yo no. Yo no. Yo tampoco he sido". Y al final, ¿quién queda? Los italianos. La puta pareja de italianos, que se comen todas mis cosas, joder. Sé que es un cliché, pero es que siempre que alguien te roba comida, son los italianos.
Dos cosas tengo que decir aquí. La primera es que esto parece un monólogo porque yo estoy muerta de risa y no puedo ni responder, y la segunda es que este tío, aunque genéticamente surcoreano, es de Milán.
Pirelli - Y a ver, que si estos tíos cogen un día algo porque les hace falta, tampoco pasa nada. Que oye, si al tipo le está dando un bajón de potasio que le va a provocar la muerte, pues yo le doy el puto plátano. Pero es que no, es que están siempre comiéndose mi comida. Y me pone de los nervios, joder.
En esta conversación, ingenua de mí, le digo a Pirelli que yo no he tenido ningún problema con los compañeros. Que es una de las pocas cosas que no me han salido fatal.
Pues bien, ¿recordamos a mis compañeras de piso, las que tenían cosas elegantes por casa?
¿No? Vuelvo a poner las imágenes, por si acaso.
La primera es esta taza:

Que reza:
TAZADELPUTÓN
Incluso mientras me estoy bebiendo esto, estoy pensando en pollas
La segunda es esta muñeca hinchable que tienen guardada en el salón, detrás de un armario:

Se llama Foxxie y la robaron de una discoteca en una despedida de soltera. El nombre viene de que esa noche el dj era Jamie Foxx. Cosas de Londres, supongo.
A la colección podemos también añadir imanes para la nevera de chicas en tanga:

Y de prostitutas:

De las dueñas de todas estas cosas hablo.
No es que esto tenga mucha relevancia y si estuviéramos hablando de otras personas probablemente ni siquiera lo mencionaría. Simplemente me resulta gracioso lo autorreferente de que dos zorras de tal calibre tengan objetos relacionados tan claramente con su oficio por toda la casa.
Uy, perdón. Spoilers.
Por que nos sea fácil recordar sus nombres, a una voy a llamarla como a la muñeca, Foxxie, y a la otra, pues... um... Muggie.
Empecemos por el principio.
Tras pasar por un par de hoteles, la casa de las plagas, la casa de unos amigos, otro hotel y la casa regentada por la mafia, voy a parar a una séptima planta, a cinco minutos del metro, en un área maravillosa y en la que sólo voy a tener que compartir casa con dos chicas. Australianas, con trabajo y en apariencia bastante agradables.
El contrato sólo dura tres meses y la casera tiene pensado ampliar al terminar ese tiempo para que los inquilinos se queden un año más. Esto para mí es ideal, porque después de estar atada a un contrato de seis meses en un estudio lleno de ratas, lo que necesito es algo que me permita salir de allí corriendo si la cosa sale mal. Además si estoy a gusto puedo quedarme otro año, así que perfecto.
Le digo a Daisy, que me está enseñando el piso, que me lo quedo. Ella es la actual inquilina y quiere irse a vivir con una amiga, así que si yo cojo la habitación la estaría sustituyendo en el contrato y ella sería libre para irse a la casa nueva, con lo que si me quedo el piso le hago un favor. Se pone contenta como unas castañuelas.

Daisy - ¿Pero así de fácil? ¿Te lo quedas ahora mismo?Yo - Que sí, ya no tengo más pisos para ver hoy y los demás que me han enseñado son una mierda. Me quedo con éste.

Bajamos en el ascensor hablando de cómo vamos a organizar el papeleo.
Daisy - A los agentes les tienes que pagar 120 libras para que te investiguen y vean si puedes quedarte.
Sí. Les pagas para que ellos decidan si te dejan estar en el piso. Londres y los agentes.
Daisy - Pero no debería haber problema, mientras tengas trabajo... con la amiga de Foxxie hubo lío porque está en periodo de prueba y esta gente si no tienes trabajo fijo no te acepta. Tú no estás en periodo de prueba, ¿no?
Vaya por Dios.
Yo - Pues sí. Se me termina en tres semanas, pero ahora mismo sí que estoy en periodo de prueba -Daisy pone cara de preocupación-Daisy - Vaya. Bueno, si estás terminándolo a lo mejor no hay problema. Déjame que hable con el agente y vemos si se puede hacer. No creo que pase nada.
Pero queridos lectores, esto es Londres. Y si algo puede salir bien, ya vendrá un agente inmobiliario a evitarlo.
BZZZZZZZZZZZ
BZZZZZZZZZZZ
BZZZZZZZZZZZ
BZZZZZZZZZZZ
Yo - Hola Daisy. Dime.Daisy - He hablado con el agente. Dice que lo que podemos hacer es que te instales pero todo esté a mi nombre. Tú me pagarías a mí y yo le pagaría a él.
Claro que sí, no vayamos a hacer cosas legales, que estamos en Londres y eso aquí está muy mal visto.
Yo - Pero... um... esto es un poco follón... ¿cómo sabes que te voy a pagar? No me conoces de nada.Daisy - Me alegro de que me lo digas tú, porque me agobia la idea bastante -suelta una risa nerviosa-Yo - Uf. Y yo no estaría en el contrato, que no me hace ninguna gracia, la verdad.Daisy - Ya. No sé cómo lo podemos hacer.
Barajamos posibilidades. Tras una larga conversación yo estoy convencida de que Daisy vende órganos en el mercado negro y está claro que ella piensa que tengo un segundo trabajo como traficante de armas nucleares. Ambas creemos que la otra nos va a estafar, así que quedamos en que yo ingreso una cantidad pequeña en su cuenta, ella me da las llaves, veo que puedo entrar en el piso y sólo entonces le pago el resto del mes. Así yo no tengo que pagar una barbaridad de pasta sin tener las llaves y ella no tiene que darme las llaves sin que yo le dé algo de dinero.
Y para que no se os haga esto muy largo, la semana que viene os sigo contando. ¡Dulces sueños!