tenía dificultades para recuperarla. Me levanté de un salto y vi que me encontraba en una especie de escenario que se alzaba en medio de una gran sala, también construida en madera. Así pues, aquello no era un barco pirata. Algo era algo.
Lo que había alrededor y en lo alto, ¿eran palcos?
Tanto daba. Bajé la vista para mirarme: llevaba botas negras y también medias. ¿Por qué estaban tan abombadas en la zona de la entrepierna?
«No pienses en ello», me dije.
Observé cómo el hombre que maldecía estaba sacando la espada del suelo y murmuraba algo así
como «Voy a castrarte».
¿Castrarme? ¿Tenía eso algo que ver con las medias abombadas?
«¡No pienses en ello!», me ordené.
Yo, mi, me... contigoDavid SafierTraducción: Lidia Álvarez