"Tal vez la culpa fuera de Ivanov, o tal vez porque las noticias corren como un reguero de pólvora, o Dios sabe por qué, pero el hecho es que de la noche a la mañana todo Moscú, inmenso y bullicioso, empezó a hablar del profesor Pérsikov y de su rayo. Todo empezó con un bulo, un vago rumor sobre una especie de rayo fantástico o algo por el estilo que acababa de descubrir un científico. El rumor revoloteaba por la capital como un pájaro malherido, ya desapareciendo, ya remontando el vuelo, hasta que un buen día a mediados de julio, en la última página del diario Izvestia, en la sección Novedades de la ciencia y la técnica, apareció una breve nota que hablaba del rayo. La nota en cuestión no aclaraba gran cosa y sólo decía que un eminente profesor de la Universidad había descubierto un rayo que aceleraba de modo extraordinario la actividad vital de los organismos inferiores, y que el descubrimiento estaba aún en fase de experimentación y comprobación. El apellido del profesor, como suele ocurrir, estaba equivocado, y se leía Pévsikov"
Traducción de M. Sánchez Puig