Rafael
ChirbesCrematorio Pongamos
por caso que uno de aquellos hombres de la fotografía sea él, sea mi padre.
Nadie lo sabe, ni de qué trabajaba, ni cuántos hijos tuvo, ni es capaz de
ponerle un nombre debajo. Así es el tiempo. Cuando decidí marcharme a Madrid,
el padre de tu suegro me decía que también Adán tuvo que marcharse del paraíso
para darse cuenta de que era hombre. La continuidad del paraíso, tiempo
detenido. El tiempo que pasa, el infierno, o simplemente la vida. Tu suegro
estaba convencido de que su padre me quería más a mí que a él. Tu padre me
quería más de lo que os quería a vosotros, le decía yo a Matías. Apoyada la
cara en el vidrio de la ventana, Federico tensa sus labios y amaga algo que se
parece a una sonrisa. Ahora, mientras mira las máquinas que se mueven en la
baba de la calima, prepara las palabras que va a decirle a Juan cuando le hable
de asistir a la ceremonia. Le dirá: No pienso poner mis pies en ningún
cementerio, en ningún tanatorio, hasta que me lleven a la fuerza, y ese día
levitaré, me llevarán por los aires seis sólidos ángeles, no rozaré el suelo,
me llevarán en andas —santo laico en una procesión—, que sea media docena de
fornidos ángeles quienes me lleven. Ni siquiera para ver obras de arte quiero
volver a pisar una iglesia, me basta con el arte que hay en los museos, en las
galerías, con el arte secularizado, exclaustrado, desamortizado, que ha
recuperado la dignidad de lo civil en un espacio público. Ni quiero pisar
ningún juzgado, ni ir a bodas, ni a bautizos. Le dirá eso y luego se le
quejará, le contará que no duerme, que cada vez le ocupa más tiempo su salud.
¿No ves que no puedo escribir?, se queja. Me paso el día buscando dónde he
dejado el papelito que llevaba entre manos, las gafas, la estilográfica, el
lápiz de subrayar los libros, preguntándole a Javier, pidiéndole que me ayude a
buscarlos. El resto del tiempo, intentando olvidarme de que me duelen los
brazos, el estómago, el nabo. Para escribir, hay que superar el dolor, dolor
físico, las articulaciones, la molesta sonda, pero también el otro.