Ken Follet
El invierno del mundo
Había un soldadito llamado Price y otro soldadito llamado Price y un soldadito llamado Roberts y un soldadito llamado Roberts y otro soldadito llamado Price.
Los hombres fumaban en silencio, a la espera de descubrir si esa noche les tocaría cenar. Se encontraban demasiado cansados incluso para bromear con Teresa, que continuaba allí, algo fuera de lo habitual, puesto que el transporte que debía llevarla a zona de retaguardia no apareció. De vez en cuando, oían una ráfaga de disparos procedentes de los combates que se estaban librando para eliminar los últimos puntos de resistencia, a pocas calles de distancia.