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Especial. Cobertura BAFICI 2012
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Como los hermanos Dardenne con El hijo, Nicole Kassell con El hombre del bosque o José Giovanni con el clásico Dos contra la ciudad, Cassidy y Shatzky abordan la problemática de la reinserción social de un ex convicto. En esta oportunidad, la ficción gira en torno al caso de una mujer de la que sabemos muy poco (ni siquiera qué delito cometió) y cuyo amor por los animales parece alentar las probabilidades de recuperación. Sin embargo, este mismo detalle provoca en algunos espectadores el presentimiento de que el largometraje desarollará una hipótesis fatalista o determinista sobre el tema en cuestión: desde esta perspectiva, el personaje parece condenado de antemano.
Francine también evoca el recuerdo de Séraphine porque, como la película de Martin Provost, retrata la progresiva caída de la protagonista y porque le confía a la actriz principal (Yolande Moreau en el film francés) casi todo el peso del relato. Sin dudas, Leo se luce en esta suerte de unipersonal que le exige una entrega superior a la demostrada en la mencionada El ganador.
Cassidy y Shatzky prescinden del happy end además de parlamentos verborrágicos destinados a explicar intenciones, decisiones, imponderables. Por otro parte, ambientan su historia en un Estados Unidos profundo, alejado de las tarjetas postales tomadas en Nueva York, San Franciso y Los Ángeles. Cuando a esto le agregamos la apuesta a una actriz talentosa, poco conocida, sin botox ni sometida a producciones estéticas de molde, entonces en Espectadores celebramos esta primera película de nuestra cobertura BAFICI que nos recuerda la existencia de otro cine americano.