Ayer, Paco Doñate nos habló de las ciudades y, por lo tanto, de la ciudadanía. De cómo los edificios, las avenidas, los parques... han de mantener la dimensión humana, deben tener como unidad de medida al hombre que las construye y, en gran medida, deja en ese proceso una buena parte de su alma y un mucho de su historia. Alma e historia que se conservan intangibles en los cruces de las calles o en las fachadas elevadas por nuestros antepasados. Alma e historia que estamos obligados a conservar, sumando durante el tiempo que se nos concede el usufructo de este legado comunitario, nuestra respetuosa aportación para, de esa forma, poder seguir alimentando lo pequeño como parte imprescindible del sentimiento universal, del sentimiento de formar parte de un camino y un destino comunes.
Ayer, Paco Doñate nos habló de las ciudades y, por lo tanto, de la ciudadanía. De cómo los edificios, las avenidas, los parques... han de mantener la dimensión humana, deben tener como unidad de medida al hombre que las construye y, en gran medida, deja en ese proceso una buena parte de su alma y un mucho de su historia. Alma e historia que se conservan intangibles en los cruces de las calles o en las fachadas elevadas por nuestros antepasados. Alma e historia que estamos obligados a conservar, sumando durante el tiempo que se nos concede el usufructo de este legado comunitario, nuestra respetuosa aportación para, de esa forma, poder seguir alimentando lo pequeño como parte imprescindible del sentimiento universal, del sentimiento de formar parte de un camino y un destino comunes.