Los #Vatileaks desvelaron lavado de dinero para la mafia, amenazas de asesinato al Santo Padre, conjuras internas, corrupción hasta los tuétanos, estrategias de difamación a través de la prensa... y hasta sospechas fundadas sobre la implicación de cargos de la Iglesia en la desaparición de jóvenes secuestradas.
Tan necesario era renovarse que el cónclave llevó a elegir a Jose Mario Bergoglio, el primer Papa jesuita, con un perfil de cercanía al pueblo y quizás, pensaron algunos, lo suficientemente "seguro" como para no desmontar demasiado ciertos status quo, basándose probablemente en su relación con el gobierno izquierdista de Kirchner o sus actuaciones frente a la Teología de la Liberación.
Sin embargo, algunos cuervos se han podido equivocar en su elección. Francisco I comenzó fulminando inmediatamente a los responsables del IOR y exigiendo una investigación sobre las actividades del Banco de Dios.
La propia elección de su nombre "es una decisión a la que nadie se ha atrevido nunca" afirma el famoso teólogo Hans Kunz, "Francisco de Asís renunció a su riqueza..."
Todos sus discursos anuncian la llegada de la iglesia de los pobres, de la iglesia que escucha a fieles y a no creyentes, de una iglesia en la que los "pastores se deben poner en el lugar de las ovejas". Frases nunca antes pronunciadas por un Papa de esa forma y con esa clara intención de llamar de atención a prelados, obispos y toda la curia que tienden a creerse por encima de la razón de los fieles y a llenar la Iglesia de ostentación y palabras vacías alejadas de los ejemplos.
También ha renunciado a la pomposidad y la ostentación. Rechazó la mitra con oro y piedras preciosas, al trono con la tiara, a la muceta púrpura y a los anillos y la cruz de oro. Ha rechazado también vivir el el Palacio Vaticano.
Sus gestos y palabras hablan por sí solos. Pero también sus caras. Durante la JMJ de Río su rostro muestra verdadera intromisión en la oración, verdadera alegría no fingida cuando sale por fin a reunirse con la gente de la calle y conversa brevemente con interés ante cualquiera que se le acerca desesperado.
Pero cuando sale fuera de la Iglesia su cara lo muestra todo. Saluda alegremente sin fingimientos a los fieles , y cuando ve algún incapacitado desvía su caminar para abrazarle y transmitirle fuerza mostrando tristeza y amor. Es un hombre que no sabe fingir.
Sus comparecencias han innovado con visitas a fabelas y salidas del guión en los discursos, que hablan constantemente del ejemplo que debe dar la Iglesia con los fieles, de la necesidad de escuchar a los jóvenes para "renovar el mundo", de que los cristianos deben "ser callejeros de la fé", y huyendo de la autoreferencia de la Iglesia como grandiosidad ornamental y de cualquier crítica a los modos de vida de los no creyentes; solo trata de mostrar el camino en el que él cree.
En la JMJ ha sorprendido también apoyando a los indignados brasileños y visitando las fabelas alterando todo el guión que la organización le tenía previsto.
Su mandado puede ser corto debido a su edad, por eso precisamente puedo ser elegido por los bertonianos, para ser un Papa de transición que mejorara la imagen del Vaticano y al que no le diera tiempo a cambiar mucho si lo pretendiera. Pero esta consiguiendo conectar con las nuevas generaciones de la curia y con católicos desencantados, que a la postre podrían ir modelando la prepotencia de muchos grandes prelados.
Incluso muchos no católicos nos sentimos atraídos por este hombre cuyos gestos y miradas recuerdan los orígenes y los grandes valores del cristianismo. No es un teologo de la liberación infiltrado ni va a cambiar viejas prácticas ni las grandes incoherencias que la iglesia mantiene desde que comenzó a tocar el poder hace mas de mil años. Pero sí es lo más verdaderamente cristiano que puede ofrecer.
Francisco I, era lo que El Vaticano necesitaba, un hombre verdadero con un discurso y unos ejemplos que lavan su cara, que aporta fe a los desencantados sobre la renovación necesaria y que tiene un poder de marketing involuntario o voluntario demoledor. Cambiará todo lo que le dejen cambiar.