Ante la inminente llegada del Papa a este archipiélago caribeño, un sacerdote jesuita sostiene una tesis atrevida y provocadora: Francisco dejará insatisfechas a muchas personas que se han formado sus particulares expectativas ante la visita del máximo líder de la Iglesia Católica.
“Es posible que el gobierno espere una bendición a todo lo que se hace, mientras que la gente en la Iglesia que no sintoniza con el gobierno seguramente espera una condena del proyecto político. Francisco no va a hacer ninguna de las dos cosas”, asegura el padre Alberto García, miembro de la Compañía de Jesús desde hace más de 40 años y que luego de un largo periplo por Estados Unidos, República Dominicana y Venezuela, obtuvo hace una década su carnet de identidad como cubano repatriado.
Desde entonces atiende comunidades católicas y promueve ejercicios espirituales y de pensamiento por varias regiones del país, y lo mismo se le encuentra en la sede de su congregación (en el Vedado habanero) que en un evento de actores sociales en Matanzas, sentado a la mesa junto a un Pastor bautista.
“Con toda libertad Francisco viene a acercarse a un pueblo que está herido y viene a ofrecerle una palabra de consuelo. Él viene a hablarle a la esperanza”, apunta.
“El nombramiento de Bergoglio para nosotros los jesuitas fue una sorpresa. Muchos compartimos una reacción inicial de reserva, porque su actuación como Provincial de la Compañía en Argentina no había sido tranquila. Esas primeras reservas se me desvanecieron enseguida, casi desde el momento en que en lugar de bendecir a la gente en la Plaza de San Pedro pidió que fuera el pueblo quien lo bendijera a él”, revela el ‘padre’ García.
Para el religioso, Francisco lidera una batalla larguísima, complicada: “Tiene una curia de cardenales muy conservadora, y está peleando por devolverle a la Iglesia un rostro humano. Su propósito está declarado en esa expresión tan gráfica en la que dijo que los pastores tienen que tener olor a oveja (…) Me da mucha esperanza porque la Iglesia lo necesitaba, pero me da mucho miedo porque en cualquier momento le pueden pegar un plomazo. Ha pisado callos que no se habían pisado, se ha metido con toda la estructura de la mafia vaticana, ha desafiado poderes que en cualquier momento se lo puede llevar”, cree el prelado.
Esas tensiones en el catolicismo también poseen su expresión en Cuba. Aquí las contradicciones se expresan entre la línea dialogante con el gobierno cubano que representa el cardenal Jaime Ortega y la postura reacia a legitimar al proyecto socialista, sostenida sin mucha publicidad por algunos obispos y sacerdotes. De acuerdo con Alberto no cabe esperar del Papa tampoco una solución salomónica para esos conflictos.
“En la actividad de un alto dignatario como él no hay nada que no tenga una connotación política, pero esta no es una visita política. Francisco viene como mensajero de la misericordia, en una visita pastoral al pueblo de Cuba, con un mensaje de esperanza. El impacto político se reflejará en la esperanza que le dará a la gente, algo que desencadenará dinamismos de transformación en las personas que van a impactar luego en la sociedad, y también al interior de la Iglesia”.
Es por eso que el sacerdote habanero comparte el razonamiento contenido en la frase dicha por el papa Benedicto XVI al cardenal Ortega (según la contó el purpurado en su inesperada entrevista para la Televisión Cubana): “La Iglesia no está para derrocar gobiernos”.
“El propósito de la Iglesia es intranquilizar conciencias para que se muevan en favor de la justicia y la fraternidad. La Iglesia hará su trabajo bien cuando sea una espina incómoda en la silla de cualquiera que pretenda asentarse y decir: ‘ya llegamos’. Mientras haya injusticia, hambre y falta de libertad, es necesario que la Iglesia sea incómoda.”
El “padre” Alberto aspira a encontrarse con el primer Papa latinoamericano en la Iglesia de Reina, cuando todos suponen se detenga a verla en su camino entre el Palacio de la Revolución y la Catedral de La Habana. “Es que esa fue durante mucho tiempo la residencia del Provincial de los jesuitas en las Antillas, hasta la expulsión de los jesuitas en el buque Covadonga, y hoy es la principal iglesia llevada por sacerdotes jesuitas”, explica.
Iglesia de Reina, en La Habana. Foto tomada del Blog Cuban Cigars, Culture & Lifestyle
En Cuba la cifra de sacerdotes jesuitas no supera la treintena. Poco más de la mitad son cubanos y aunque por mucho tiempo atendieron casi exclusivamente los templos parroquiales, hoy han vuelto a concentrarse en el trabajo de “acompañamiento espiritual de las personas”, especificidad de la congregación dentro de todo el mundo católico.
“San Ignacio de Loyola pensó la compañía de Jesús utilizando la imagen militar de ‘una caballería ligera’ que estuviera dispuesta a entrar a cualquier terreno que el Papa ordenara”, describe el cura. “San Ignacio quiso que estuviéramos ‘en las trincheras’, en los lugares donde otros no quisieran estar. Pero estar en las trincheras es problemático, porque recibes tiros por el frente y por detrás. En la Compañía de Jesús hemos estado en muchos conflictos y eso forja el carácter”.
Carácter que, según Alberto, el Papa Francisco hará notar.
Escrito por: José Jasán Nieves
Fuente: On Cuba