El característico timbre mezzosopranil de Fagioli recuerda referentes inevitables como la gran Cecilia Bartoli, pero el cantante dota a sus interpretaciones de una impronta personal, fruto de una pulida técnica vocal y un manejo maestro de su instrumento. En este sentido, fascina la gran extensión del instrumento, su seductora morbidez, la homogeneidad en toda su tesitura, con brillantísimos e incisivos agudos frente a robustos y oscuros graves, la espléndida administración del sonido en el control del fiato y la asombrosa facilidad virtuosística a la hora de abordar la siempre comprometida coloratura.
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