Frankenstein sigue vivo

Publicado el 31 marzo 2016 por Enprimerafila
La novela de la escritora Mary Shelley Frankenstein o el moderno Prometeo (1818) ha conocido numerosas adaptaciones a lo largo de la historia del cine, aunque curiosamente casi ninguna ha adaptado la historia tal como se desarrolla en la novela, algunas de ellas centrándose en la figura del monstruo o en la del doctor Victor Frankenstein, pero sin explorar las verdaderas posibilidades de una historia que hilvana distintos encuentros entre la criatura y su creador, y apunta incluso la posibilidad (finalmente frustrada) de la creación de una compañera para el monstruo. 

En general, el cine no ha hecho demasiada justicia a la novela escrita por Mary Shelley en aquel encuentro junto a su marido Percey y Lord Byron en Villa Diodati, en Suiza, de donde también surgió el relato El vampiro (1819), escrito por Byron y el primer referente literario de esta figura terrorífica. El monstruo ha sido el objeto principal como protagonista de las películas, pero no se ha conseguido elaborar un discurso que cohesione bien con las ideas planteadas por Shelley en su novela: esa condición de Prometeo que arrebata el fuego sagrado de la vida a los dioses. La criatura creada por Victor Frankenstein se plantea, además, en la novela original como un ser vengativo debido al maltrato que sufre por los seres humanos, pero también por su propio creador, que renuncia a él cuando se da cuenta de que ha creado un monstruo. 
El cine se ha permitido numerosas licencias en sus adaptaciones, lo cual no quita valor evidente a grandes obras maestras del terror barroco como El Doctor Frankenstein (1931), y su secuela La novia de Frankenstein (1935) ambas dirigidas por James Whale, pero sí plantea una curiosa reflexión sobre el interés del cine por determinados temas y su intención de eliminar otros que quizás no resultan tan cómodos para los espectadores. Quizás la versión más fiel de la historia es la que propuso Kenneth Branagh en su Frankenstein, de Mary Shelley (1994). 

Lo cierto es que la figura de Frankenstein sigue estando presente en el cine y la televisión, con versiones muy libérrimas de la novela original. A continuación ofrecemos un repaso a algunas de las últimas adaptaciones que se han estrenado en cine y televisión. 

Victor Frankenstein, de Paul McGuigan nos propone una historia paralela a la creación del monstruo, cuando el doctor Frankenstein (James McAvoy) encuentra en un circo al que acabará convirtiéndose en su ayudante (Daniel Radcliffe), compañero fiel que le ayudará en su insólito objetivo médico. La propuesta está escrita por Max Landis, el hijo del director John Landis, que fuera autor también del guión de la interesante Chronicle (2012) y de la comedia de acción Mr. Right (2015), del español Paco Cabezas. Planteando la historia desde un punto de vista distinto, tratando de darle énfasis a la relación entre el doctor y su ayudante, dejando al monstruo en un plano secundario, sin embargo no aporta grandes valores al argumento ya conocido. La película se mueve con dificultad entre diferentes géneros (del terror al humor negro, y hasta retazos de cine de acción victoriana, al estilo de las películas de Sherlock Holmes (2009)) pero esta indefinición es su principal problema, a pesar del buen trabajo de los dos actores protagonistas. 
Frankenstein, de Bernard Rose es otra revisión muy libre de la novela de Mary Shelley. Situada en la actualidad, comienza justamente con la creación del monstruo por parte de dos investigadores (Carrie-Anne Moss y Danny Huston, reclamos en la promoción de la película, pero meros secundarios) y sigue a la criatura (el australiano Xavier Samuel, que formó parte de la saga Crepúsculo (2010)) a lo largo de su aprendizaje y su huida en busca de la supervivencia, manteniendo cierto paralelismo con la novela (el encuentro con la niña o su amistad con el anciano invidente, aquí un vagabundo), pero alejándose esencialmente de los planteamientos originales. Aunque Bernard Rose inició su carrera con títulos interesantes como La casa de papel (1988) o Candyman: El dominio de la mente (1992), el director británico se ha movido en diversos géneros con resultados irregulares y aquí firma una mera película de serie B que se detiene demasiado en un superficial enfoque psicológico del personaje que tampoco aporta nada ni interesa demasiado. 
Frankenstein vs. The Mummy es otro título de serie B que utiliza el nombre del monstruo y del otro mito del terror clásico para reclamar la atención del espectador. Escrita y dirigida por Damien Leone, la película plantea un enfrentamiento un tanto imposible (y falso, porque se resuelve en una peleíta de cinco minutos al final de sus casi dos horas de duración), tomando como excusa una coincidencia sin mucho sentido. Pero tampoco pretendamos que haya una cierta coherencia narrativa. Pasada la primera media hora, con la atención puesta en una relación amorosa que nos importa poco entre el joven doctor Frankenstein y la científica que investiga los secretos de la momia, la película ofrece un ramillete de escenas sangrientas que tampoco es que pongan los pelos de punta, pero tienen su gracia. Ni qué decir tiene que la inspiración en la novela es eso, pura inspiración, incluso en la presencia física del monstruo que, a pesar del cartel, aquí se nos presenta con una melena que ya quisiera Bruce Willis, y con la capacidad de hablar desde el minuto uno. 
The Frankenstein Chronicles es una miniserie de la cadena británica ITV estrenada el pasado mes de noviembre (en España lo hizo en diciembre, de la mano de Wuaki TV), y que es interesante recuperar. En realidad no es una adaptación de la novela original, sino que utiliza la historia como uno de los elementos en los que se basa la investigación de un policía (Sean Bean) cuando, diez años después de la publicación de la novela, un asesino parece estar imitando la creación del monstruo. Lo interesante es que la propia Mary Shelley se convierte en parte de la trama, siendo uno de los personajes principales de la misma, y teniendo que enfrentarse a las consecuencias de la publicación de su relato de terror. Si como adaptación de la historia no propone nada, la serie es una interesante producción policíaca ambientada en el siglo XIX, creada por Benjamin Ross. Al estilo de Ripper Street (2012-), la trama mantiene el interés a lo largo de sus seis episodios, y su utilización del personaje de Frankenstein es original y atractiva.