Revista Opinión

Franquismo redivivo, incluso con un Franco.

Publicado el 31 enero 2013 por Romanas

Franquismo redivivo, incluso con un Franco.  Hace unos días les contaba como al juez con más caché de España lo desterraron a una perdida isla de las Canarias por haberse atrevido a dar el alto a una pareja de la Guardia Civil, cuerpo militar, porque los uniformes militares entonces, ¿sólo entonces?, eran intangibles. Esto, seguramente, no lo conocía el inefable Garzón, ¿si no, cómo se hubiera atrevido a intentar enjuiciar al franquismo? También les dije que Franco era muy listo. Nada de inteligencia que eso es otra cosa, sino listo, pillo, con toda la pillería del mundo aprendida en esa escuela  que es el ejército.   Los March, los que hasta hace muy poco eran los patrones de Florentino Pérez, yo creo sinceramente que ya no lo son, que el ingeniero ha hecho todo lo necesario para tener tantas acciones de ACS como ellos, viendo como pintaban las cosas con aquella República que apenas si había salido de las urnas, decidieron dar un golpe de Estado y eligieron al caballo mejor situado para ello, de modo que le enviaron a Franco aquel maldito avión, el Dragón Rapide, que lo trajo desde Canarias, donde era capitán general. El resto de la historia es desgraciadamente conocido por todos los españoles porque nos lo grabaron, como las marcas el ganado, a sangre y fuego, y no es sino el relato de cómo un asesino multitudinario cobra su sueldo.  Pero Franco, personaje esencialmente interesado, que no renunció ni a un día siquiera del reinado que tan mal se había ganado, era también un perfeccionista, las cosas las quería muy bien hechas, perfectas, de tal modo que, en realidad, fueran eternas.  Su idea del mundo y de la vida era tan retrógrada que no dudó nunca en liquidar a todo aquel que se opusiera a sus designios de modo que ejecutó sin piedad a cualquiera que no hiciera lo que él mandaba aunque se tratara de niños.  Lo más retrógrado del mundo es el dinero, el jodido capital, tanto que ha terminado por apoderarse íntegramente del mundo. Un puñetero visionario lo vislumbró con total claridad y lo expresó de un manera absolutamente contundente: todo es economía.  Pero decíamos que Franco era esencialmente retrógrado, adoraba el dinero, para él era mucho más que Dios, el auténtico principio y fin de todas las cosas, al fin y al cabo, era lo que le había colocado a él allí, en la cúspide la pirámide, de modo que con el dinero, con el capital, nada de juegos, no fuera que a otro capitalista se le ocurriera contratar de nuevo otro avión pero para apartarlo a él del poder.  Éste es el gran secreto de toda esta historia. Recuerdo, muerto de risa, cuando comenzaba toda esta risible historia de la Unión Europea, como se propalaba la mentira de que a España no la dejaban entrar allí porque no era democrática, porque estaba regida por un férreo dictador, por el único que seguía vivo, en el machito, de los 3 grandes nazifascistas.  De donde se deduce con indeclinable consecuencia lógica que la Unión Europea sí que lo es.  Ésta es la gran mentira de nuestro tiempo, la insuperable falacia.  ¿Es necesario repetir, una vez más, que, desde los griegos, democracia es el poder del pueblo, que, luego aquel puñetero visionario que, como es lógico, acabó asesinado, amplió un poco más, el poder del pueblo, ejercido por el pueblo y para el pueblo?  ¿Dónde coño está el pueblo en Europa, en esos barrios absolutamente marginados de París o en los de Londres, en un Sarkozy expulsando a los gitanos y restringiendo la movilidad de los ciudadanos en la Comunidad, o la Merkel estableciendo tajantamente una férrea división entre ciudadanos alemanes y esos cochinos tipos del Sur de Europa que quieren vivir sin trabajar, a expensas de ellos, la raza de las razas, el famoso “Deustchland, Deutschland, über alles”, coño, habrá algo más fascista que el jodido racismo?  Pero todo esto del racismo y el totalitarismo de alguien que se crió y vivió en la Alemania del Este es una simple idea política y,por ende, esencialmente discutible, según sean los tiempos, pero,coño, con la jodida economía pocos juegos.  Como la City y Wall Street nos han enseñado sabiamente a lo largo de la puta historia con las cosas de comer no se juega, el dinero es el dinero, el capital es el único Dios al que hay que sacrificarlo todo, incluso la vida de miles de millones de personas.  De modo que la Unión Europa no es, en absoluto, democrática porque, en ella, el pueblo no es más que la puñetera mano de obra, algo que se puede exprimir hasta que ya no le quede más jugo. ¿Esto es democracia?  Se ha dicho ya miles de veces, esto es mercadocracia, la entronización del dogma de la libertad de mercado como el único realmente inatacable.  Pero yo quería escribir hoy sobre Franco y demostrar que sigue vivo, vivito y coleando en nuestra inmarcesible democracia.  Como todo buen capitalista era, es, porque sigue vivo, furibundo partidario no sólo de la propiedad privada sino también, y más aún, de la herencia. ¿Vale la pena que alguien se mate trabajando toda su puñetera vida y asesinando a los demás para amasar una fortuna y que, luego, cuando el tipo se muera, venga una jodida sociedad y se lleve el fruto de tantos crímenes?  Había que dejarlo todo atado y tan bien atado que, en realidad, fuera absolutamente intangible.   ¿Cómo? Escogiendo cuidadosamente, con todo el cuidado del mundo, a su sucesor, por eso la herencia se llama también sucesión hereditaria.  El tío era tan pillo, tan redomadamente pillo, que teniendo a su nieta casada con uno de los posibles herederos de la monarquía española, lo desechó porque pensaba que la “legitimidad” histórica se hallaba de parte de su hombre de paja, al que había forjado a su imagen y semejanza.  Él sabía muy bien  que sólo Dios pudo resistir la tentación del “todo esto será tuyo, si te arrodillas ante mí y me adoras” y el discípulo claro que se arrodilló, todavía sigue arrodillado porque aquel endemoniado pillo no es que lo enseñara es que hizo que toda su ideología pasara a formar parte esencial del bagaje mental de su sucesor, de manera que Franco sigue al frente del Estado español, por persona interpuesta.  De modo que así como Franco tuvo su cazadotes en el marqués de Villaverde, aquél del que la sabiduría popular dijo aquello de que Vespa significaba “villaverde estraperlea sin pagar aduanas” porque se hizo con la consecución de la exclusiva en España del omnipresente vehículo, y se hinchó a ganar millones sin hacer realmente nada, así también Undargarín dio el correspondiente braguetazo del que tanto se habla estos días.


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