A partir del poema “Biografía” de Gabriel Celaya.
Las frases cada día se deslizan por el aire. Algunas en su intento de llegar hasta nosotros son sorprendidas por un soplo de levante que las desvía, mientras que otras llegan para quedarse. Son frases que dictan sentencias en nuestras vidas, frases que esculpen nuestro ser al igual que los hechos. Frases, espontáneas, que dan un gran gubiazo en nuestras vidas o repetitivas y monótonas que devastan nuestra figura, bien sacadas del manual de los buenos modales, del refranero popular o del librillo de cada maestrillo.
Las primeras frases son esas repetitivas y monótonas, las que todos conocemos y que aun hoy nos llevan a la niñez, a la tarde de juegos con nuestros hermanos, a las primeras veces que nos sentábamos en la mesa de los mayores, a las tardes de invierno en la calle “¡Niño! Tápate la boca, que te vas a resfriar” . Frases que son inmortales por que las bocas de donde salían siempre van a estar con nosotros. Y atemporales por que serán frases que saldrán de nuestras bocas.
Las frases son saetas voladoras que nos sorprenden escondidas tras una melodía, que nos atacan directamente desde una pantalla grande o de repente, inesperadas, salen al pasar una nueva página. Frases que no solo se graban a fuego en nuestro ser más profundo, si no que algunos las graban en sus cuerpos, para mostrar en sus desnudos la frase que desnuda su alma.
Las frases son flechas, con las que se lucha de taburete a taburete y esquivando cuellos de botellines, flechas sin sentido que solo la complicidad entiende, flechas que anticipan abrazos sinceros, flechas que duelen y hacen saltar lágrimas, que son la única sangre que brota de estas armas. Flechas que se disparan sin pensar y nadie sabe como van caer. O la mejor flecha la que hace nacer una sonrisa. Por que con una sonrisa sobran todas las frases, pues siempre es más profunda.
Asi que no todas las frases son imperativas, que nos obligan a adoptar modales, las que te ahogan y no te dejan vivir. No todas las flechas vienen con un yugo opresor, que te deja sin respiración. Pues las frases son el juego diario entre personas, palabras que corretean una tras otra queriendo quedar imperecederas. Pero como ya decíamos, no todas consiguen su objetivo, y quedan banales en el aire. . .