Mi querido Frodo:
Una vez me preguntaste si te había contado acerca de mis aventuras. Y aunque puedo afirmar que te he dicho toda la verdad, tal vez no te la dije toda. Ya estoy viejo, Frodo. No soy el mismo Hobbit que una vez fui. Y creo que ya es hora de que sepas lo que pasó en realidad.
Una enfermedad creció en su interior. Una enfermedad de la mente. Y cuando hay enfermedad, le sigue la mala fortuna.
Los dragones codician el oro con un deseo siniestro y feroz.
Era un agujero de Hobbit. Y eso significa: buena comida, una estufa caliente y las comodidades de un hogar.
Mi vida era totalmente respetable. Y nada inesperado llegaba a pasar.
Estoy buscando a una persona que quiera tener una aventura.
Haz cambiado. Pero no del todo para bien Bilbo Bolsón.
Está decidido. Sería bastante bueno para ti. Y muy divertido para mí. Iré a informarle a los otros.
No, no... aguarda. Nosotros no queremos ninguna aventura aquí. Gracias, ahora no. Te sugiero que busques más allá o al otro lado del río.
Lo que imaginé. Parece más un tendero que un ladrón.
Cuando las aves ancestrales regresen a Erebor, el reinado de la bestia terminará.
Es una misión muy difícil aún con un ejército. Pero solamente somos trece. Y no los trece mejores ni los más listos.
Tal vez no seamos una multitud. Pero somos guerreros. Todos nosotros. ¡Hasta el último enano!
Si existe una llave debe haber una puerta.
Ustedes me pidieron que hallara al catorceavo miembro de esta compañía. Y yo elegí al señor Bolsón. Hay más en él de lo que aparenta. Y ninguno se puede imaginar lo que puede llegar a hacer... incluido él mismo.
Dime... ¿Desde cuándo los manteles y la vajilla de tu madre se volvieron tan importantes para ti? Yo recuerdo a un joven hobbit que siempre corría buscando elfos en el bosque. Que regresaba tarde. Que volvía muy de noche, lleno de fango, ramitas y luciérnagas. Un joven hobbit que se hubiera muerto por saber que había más allá de las fronteras de la Comarca. El mundo no está en tus libros ni en tus mapas. Está allá afuera.
-Las buenas historias merecen un buen final. Tú tendrás una o dos historias que contar cuando vuelvas.
-¿Puedes prometerme que volveré?
-No. Y si lo haces... no serás el mismo.
Prefiero estos enanos antes que a un ejército de las Colinas de Hierro. Porque cuando yo los llamé respondieron con lealtad, honor y un corazón dispuesto. No puedo pedirles más que eso.
-Oiga Sr. Bilbo ¿a dónde va?
-No puedo detenerme, es tarde.
-¿Tarde para qué?
-¡Me voy a una aventura!
No teníamos líder. La derrota y la muerte nos acechaban. Ahí fue cuando lo vi. Un joven príncipe enano enfrentando al pálido orco. Estaba solo contra ese temible enemigo. Su armadura hecha pedazos y por escudo, una rama de roble. Ese día Azog el Profanador aprendió que el linaje de Durin no sería fácil de eliminar. Nuestras fuerzas avanzaron e hicimos retroceder a los orcos. Nuestro enemigo había sido derrotado. Pero no hubo festín ni canciones esa noche. Porque el número de muertos era exorbitante. Muy pocos sobrevivimos. Entonces yo pensé: “Ahí está uno al que puedo seguir. Ahí está uno al que puedo llamar Rey”.
Si lo que quiere es cambiar el clima del mundo tendrá que buscarse otro mago.
No te entregué ese mapa y esa llave para aferrarte al pasado.
¡Ya tuve suficiente de los enanos por un día!
¿Por qué siempre cocina él? Toda su comida sabe igual. Con él todo sabe a pollo. Menos el pollo. Que sabe a pescado no te ofendas.
El sol va a acabar con todos.
Tuvo inteligencia para ganarles tiempo. A ninguno de ustedes se le ocurrió.
-Yo nunca usé una espada en mi vida.
-Y espero que no lo hagas. De lo contrario recuerda esto: el valor verdadero no es saber cuando quitar una vida sino cuando perdonarla.
El bosque verde enfermó. Gandalf... La oscuridad ha caído sobre él. Ya nada crece por aquí. Al menos nada bueno. El aire huele a podrido. Pero las telarañas son lo peor.
-No vemos a donde llega este sendero, ¿lo seguimos o no?
-Lo seguimos claro.
¿Ése era tu plan no? ¿Buscar refugio con el enemigo?
La única enemistad que encontrarás en este valle será la que lleves contigo.
No me gusta comer plantas. ¿Y la carne?
-Estas espadas están hechas para dárselas a los grandes jefes.
-No me preocuparía por eso. Las espadas se nombran por sus hazañas en la guerra.
Estén cerca de la piedra gris cuando llame el zorzal. Y el sol poniente cumpla sus últimas luces del día de Durín. Brillará sobre el ojo de la cerradura.
El dragón lleva tiempo en tu mente.
Podemos cerrar los ojos. Pero él no deja de observarnos.
-Ya están partiendo.
-Sí.
-Tú lo sabías.
Caminaremos al borde del mundo.
Pero temo que esta misión está desencadenando fuerzas que todavía no podemos comprender. El enigma de la espada de Morgul debe ser resuelto. Algo se está moviendo en las sombras, oculto. Fuera de nuestra vista. No quiere mostrarse. Aún no. Pero cada día crece y cobra fuerza. Debes tener cuidado.
-Mithrandir. ¿Por qué el Mediano?
-Eso no lo sé. Saruman piensa que sólo grandes poderes pueden tener al mal controlado. Pero eso no es lo que yo he aprendido. Yo he encontrado que son las cosas pequeñas, los actos cotidianos de personas ordinarias los que alejan a la maldad. Los simples actos de gentileza y amor. ¿Por qué Bilbo Bolsón? Tal vez sea porque tengo miedo. Y él me inspira valor.
Olvidé que tú no tienes una montaña. Y no eres un rey. Lo que te vuelve un simple Don Nadie.
Nos gustan los orcos, babosas y peces. Pero nunca hemos probado a los hobbits. ¿Eres tierno? ¿Eres jugoso?
Adoramos los juegos, ¿no, precioso? Le gustan los juegos, le gusta jugar.
Mátalo ahora, Gollum. No, no, no. Quiero jugar.
-Si, si y si yo te gano... ¿tú me muestras la salida? ¿Sí?
-Si, si, ¿y si la cosa pierde? Si no gana vamos a devorarlo. No entiende el juego. Nos lo comemos.
-Suena justo.
¡No, no! ¡Tú dijiste última pregunta! Pues ésa es. Mi pregunta: ¿qué es lo que tengo en mi bolsillo?
¡Son demasiados! ¡Nos vencerán! Una cosa nos salvará: la luz del día.
Y sí. Sí extraño mi casa. Y mis libros. Y mi mecedora y mi jardín. Ahí es donde pertenezco. Es mi hogar. Así que volví, ya que ustedes no tienen un hogar. Les fue arrebatado. Pero si puedo voy a ayudarles.
El aroma del miedo. Recuerdo que así apestaba tu padre. Thorin, hijo de Thrain.
-Jamás debí dudar de ti.
-No. Yo también hubiera dudado. No soy un héroe. O un guerrero. Y menos un ladrón.
Y yo pienso que lo peor ha pasado ya.