Ya sabéis que me gusta mucho Sanderson y que no paro de recomendarlo por activa y por pasiva. Mi campaña parece que ha surtido efecto, porque de cada vez es más popular (oh, sí, claro, todo ha sido gracias a ti), demasiado, incluso, para mi gusto. No es lo mismo escribir para un grupo reducido que no espera nada de ti que para miles de fans a los que hay que contentar.
Cuando escribió la novela que os traigo hoy, aún no era tan famoso. Es El pozo de la ascensión, la segunda parte de la trilogía Nacidos de la bruma, mi favorita. Si hay que ser sincera, esta novela me pareció la más floja de las tres, pero pese a ello, es muy recomendable. Me gusta mucho la premisa (qué sucede una vez has derrocado al dictador), el misterio (dónde está el pozo), la acción y la magia, así como el final bombástico, pero se nota que es un libro puente en el que la acción se ha estancado. Podría hablar largo y tendido de ello, es más, ya lo he hecho en la reseña correspondiente, que podéis leer aquí.
La cita proviene de una conversación entre Sazed y Vin, donde esta última le expone sus inseguridades con respecto a su relación con Elend. Ambos son muy distintos: él proviene de una familia rica y ella de una pobre, él es culto y ella no tiene educación, él no tiene poderes y ella sí, él es reflexivo y ella impulsiva, etc. Si fuera solo eso, no defendería la relación, pero también tienen sus cosas en común: ambos sienten pasión por el conocimiento sobre el mundo, se preocupan mucho por los demás, odian las injusticias y buscan el bien mayor. Tener cosas en común, pese a las diferencias, me parece esencial para que la relación funcione
No suelo ser partida de la idea de que los opuestos se atraen, pero la metáfora sobre complementarse, con lo de la llave y la cerradura que hace Sazed, me gusta. Dos personas pueden ser distintas y eso permite que se complementen la una a la otra: a mí me gusta más escuchar y a G le gusta más hablar; yo soy muy tranquila y G es hiperactivo; yo prefiero la seguridad de lo conocido y G la aventura de aquello que queda por conocer. Pero me parece que es necesario que tengan cosas en común y que nunca sean completamente opuestos, porque los extremos no se atraen: si G hablara por los codos y nunca me escuchara a mí, si fuera siempre con prisas y me exigiera lo mismo, si me obligara a descubrir cosas nuevas, lo nuestro no funcionaría. Y viceversa.
Es por ello que no me creo las relaciones de opuestos en las novelas: siempre están muy exageradas y las dos personas tienen formas de vida completamente distintas y coinciden solo en una única cosa. ¿Qué opináis vosotros? ¿Conocéis alguna relación de verdad entre personas opuestas que funcione bien y que no sigan juntos por costumbre? ¿Alguna novela que lleve bien este tropo?